Zapatero no va a cambiar en nada su manera de gestionar la crisis. Esta es la principal conclusión que puede extraerse de la reunión de ayer del comité federal del PSOE. Un cónclave que sirvió para que el líder, envuelto más que nunca en un discurso social y casi anticapitalista, fuera ovacionado sin fisuras por los suyos y sacara pecho frente a las incertidumbres que genera su modo de pilotar el Gobierno.

No hubo, pues, autocrítica. Al contrario, Zapatero advirtió varias veces de que va a mantener su gestión "frente a cualquier intento de ir en dirección contraria". Y es que, a su juicio, existe un rumbo claro, no improvisado. Eso sí, también admitió que su coherencia también "incluye improvisar" en la tarea gubernamental. Y no dudó en llamar patéticos a quienes critican la medida de los 420 euros a los desempleados que no cobran paro.

Para reivindicar su actuación, el presidente recordó hasta en 15 ocasiones que su hoja de ruta está basada en las políticas sociales, la solidaridad y la paz social. Zapatero usó, pues, su tono más izquierdista para dibujarse a sí mismo como un gobernante que está al lado de los trabajadores. Sobre la subida de impuestos, subrayó que se va a basar en las "rentas más altas", pero no precisó cómo se hace compatible este planteamiento progresista con el más que probable incremento del IVA, que pagan por igual todos los ciudadanos.

Y quizás para demostrar que no cambiará su manera de gobernar, Zapatero nuevamente tiró de anuncio sorpresa. En esta ocasión, para prometer que el 15% de los 5.000 millones del plan de ayuda a los ayuntamientos para el 2010 van a poder dedicarse a gasto corriente municipal relacionado con la educación. Con este anuncio desactivó, en parte, la presión interna del municipalismo socialista.

El líder estuvo ayer más que cómodo. No solo jugaba en casa, sino que escuchó más de 30 intervenciones de barones territoriales y dirigentes, todas ellas casi unánimemente dedicadas a la autosatisfacción y, sobretodo al elogio del secretario general. Posiblemente fueron más allá del cierre de filas, porque incluso el homenajeado llegó a ironizar afirmando que, de no haber sido por "dos editoriales y tres tertulias" críticas con su gestión en los últimos días --en referencia a los reproches del diario El País y la cadena SER--, seguramente ayer no se hubieran producido tantas intervenciones de apoyo.

Pese al cierre de filas, en el PSOE hay problemas. El lendakari, Patxi López, reclamó que todo el partido se moje para "dar y ganar la batalla de la imagen instalada". La imagen no es otra que la de la improvisación, la falta de norte y la existencia de crecientes críticas internas.

El presidente andaluz, José Antonio Griñán, pidió más movilización y rearme ideológico. Pero el presidente Zapatero zanjó afirmando que el partido "no comunica tan mal como dicen".