La Asociación El Defensor del Paciente (ADEPA) reclamará indemnizaciones y la creación de unidades específicas de atención para varios cientos de afectadas por el consumo del medicamento Agreal procedentes de Castilla y León, Asturias, Cantabria y Extremadura. Tal y como explicó a Europa Press Televisión el abogado Santiago Díez, en el plazo aproximado de un mes se presentará una reclamación administrativa en la que se solicitará la responsabilidad patrimonial del Estado, a través del Ministerio de Sanidad y Consumo y de la Agencia Española del Medicamento, en la que aparecerá como codemandado el laboratorio Sanofi-Aventis, responsable de la distribución del fármaco usado para combatir los síntomas de la menopausia. "Desde que surgieron las alertas sanitarias muchas mujeres se pusieron en contacto con la Asociación para buscar una salida al problema que les había surgido con la toma de medicamento", afirma Díez, quien sostiene que se ha intentado "por todos los medios" llegar a un acuerdo amistoso con el laboratorio. Explica que no ha sido posible a pesar de mediación de la dirección de la Agencia Española del Medicamento, y que del millar de mujeres supuestamente afectadas en toda España que se han puesto en contacto con Adepa, calcula que al menos trescientas continuarán adelante con la reclamación. ABANDONO Y DESCONTROL "Pedimos a nivel autonómico y nacional que se creen unidades específicas de atención a las pacientes para un seguimiento concreto y pormenorizado de sus dolencias, de tal forma que no tengan la sensación de abandono que están teniendo hasta el momento; así como una restitución del daño a través de indemnizaciones, ya que la salud no se la pueden restituir", explica el abogado. En el momento de su retirada en España el año pasado, el medicamento llevaba ya 22 años consumiéndose. Díez sostiene que el "engaño" del laboratorio y "la falta de control" por parte de la Administración "ha sido total". Para apoyar sus argumentos muestra el ejemplo del caso portugués, país donde en el prospecto de Agreal se podía leer sobre la posible aparición de "todas las dolencias que hicieron saltar las alertas en España. Cuando en Portugal ya estaba la cosa escrita en el prospecto, aquí estábamos con las alertas sanitarias". EFECTOS DEL MEDICAMENTO De entre las decenas de vallisoletanas que participarán en esta reclamación conjunta se encuentra Antonia González, quien sigue en tratamiento psiquiátrico para superar las depresiones, crisis, ansiedad y pérdida de peso que atribuye al consumo de este medicamento, síntomas aparecidos en otras tantas mujeres, aunque también se registran entre las demandantes casos de parkinson e intentos de suicidio. Esta paciente comenzó a tomar Agreal en febrero de 2005 tras acudir a una consulta ginecológica donde le recetaron un medicamento para superar sus sofocos y que, según la persona que le trató, "no tenía contraindicaciones". Durante dos meses consiguió aliviar los síntomas que le habían llevado al médico. Cuando acudió de nuevo a dicha consulta y le dijo al especialista que lo iban a retirar de la farmacia, se le recomendó que se hiciera "con todos los envases que pudieran recetarle". De este modo continuó consumiendo este medicamento, pero empezó a notar que había perdido su habitual alegría. "Le decía a mis amigas'algo me está pasando'", afirma González, quien atribuía su estado a problemas ajenos a su medicación. Acudió al médico de cabecera, quien le recetó antidepresivos que tomó al tiempo que continuaba con su tratamiento contra los sofocos, sin que notara una mejoría en su estado de ánimo. "Estaba todo el día llorando", recuerda. "Yo tenía una angustia y una pena... yo he hablado siempre muchísimos y entonces no hablaba con nadie, no quería saber nada de nadie; la hora de comer para mí era un suplicio, empecé a perder peso, siete kilogramos", relata la afectada. En un momento dado entre febrero y octubre de 2005, le comentó a una amiga que estaba tomando Agreal y ésta la preguntó si no había visto las informaciones en televisión y periódicos sobre la retirada del medicamento. "Todo lo que decían eran lo que me pasaba a mí", destaca esta vallisoletana. También su médico de cabecera le recomendó que dejara de tomarlo, cuando supo que Antonia lo consumía, por si esa era la causa de sus afecciones. "Era como un zombie; me pasaba todo el día tumbada en el sofá, con los ojos cerrados. Mis amigas me llamaban a todas horas para que saliera, pero iba con ellas como que no estaba en el mundo". Tras tres meses de tratamiento con antidepresivos y tras abandonar el consumo de Agreal, afirma que ha notado "mucha mejoría" en su estado.