La naturaleza es sabia. Hace ya tiempo cayó el mito del macho ibérico y ahora el estudio de un profesor de la Uex desbanca el mito del ciervo ibérico .

Para desilusión de unos y esperanza de otros las mujeres han dejado muy claro que no siempre ganan los cachas y adonis , que la elección de la pareja no esta basada solo en ciertos atributos, visibles o apreciables, y que sobra enumerar, sino en otros que no están tan a la vista.

Pues bien, parece que esto es aplicable a los ciervos ibéricos. Se piensa que durante la berrea solo los machos fuertes, los vencedores en las luchas por los apareamientos, se reproducen, pero no siempre sucede así, en ocasiones las hembras optan por machos que le son atractivos por otras circunstancias. Son ellas las que tienen la última palabra, las que decidirán con cuál aparearse.

Lo ha demostrado la tesis Factores y procesos que afectan a la variabilidad genética de poblaciones de ciervo ibérico del profesor de la Uex Javier Pérez González, que ha trabajando en ella cinco años y para la que ha analizado 37 poblaciones de ciervos localizadas en la Sierra de San Pedro en Extremadura y en la Sierra de Hornachuelos en Córdoba.

Los resultados del estudio revelan que los machos elegidos para ser reproductores son aquellos que presentan una serie de "características especiales, resultado de sus mayores niveles de variabilidad genética o capacidad para responder a los cambios ambientales". Pero no siempre sucede así, pues "determinadas hembras seleccionan durante la berrea a machos que no han ganado". En este caso, así lo evidencia la tesis, las hembras eligen para la reproducción a machos "genéticamente diferentes a ellas para promover la baja consanguinidad en sus descendientes", pues mientras menor sea la consanguinidad, mayor será la variabilidad, señala Pérez.

Estos dos criterios de selección responden, según el propio autor, a "criterios lógicos: Toda madre quiere promover la calidad en sus crías", pero el estudio ha revelado una cuestión "sorprendente", "se ha podido determinar que esta elección depende el sexo de la cría", apunta Pérez.

Así, cuando una hembra se reproduce con un macho fuerte, cuando elige a un ciervo vencedor, si tiene un macho este también ganará las luchas cuando alcance la edad adulta --de 4 a 6 años--; en cambio, si concibe una hembra, esta tendrá menos calidad genética que la normal. De este hallazgo "se determinó que los genes que producen calidad en los machos, generan desventajas en las hembras".

En base a estos criterios, la tesis ha conseguido corroborar que "cualquier manejo cinegético, como cerrar fincas o el suplemento de alimento, no tienen por qué reducir la variabilidad genética"; que "mantener los procesos naturales que se dan durante la berrea son vitales para la conservación del ciervo ibérico" y que "la actividad cinegética debe compatibilizarse con el mantenimiento de estas poblaciones".