Es normal que a Antonio y a Juanjo no les guste estudiar ni les guste ninguna asignatura especialmente. A mí me pasaba lo mismo. Lo que no veo normal es que el sistema educativo siga empeñándose en invertir tiempo para que mis hijos tengan más conocimientos como ocurría en mi época.

He tenido la oportunidad de dar clases a mis hijos por las noches, al igual que tú si eres padre, y he comprobado que la calidad de los conocimientos, su estructura, su forma de presentarlos ha mejorado mucho desde mi época. Se estudian materias muy interesantes y en esto hay que felicitar a los responsables educativos.

Todos alguna vez hemos criticado que nuestros hijos no sepan, por ejemplo, algún nombre de un Rey o una capital o una fórmula y posteriormente hemos criticado el sistema educativo. Creo que nos equivocamos con esa crítica. Deberíamos invertir más en que les gusten las materias en lugar de en ampliar los conocimientos. Y en esto, en general, tiene más culpa el profesor que el Ministerio.

Es verdad que el Ministerio debería reducir los contenidos, pero mientras llega esto, el profesor debería destinar su hora de clase a conseguir que le guste la materia y que los conocimientos se estudien en casa. Como decía, hoy los libros son muy buenos y está internet que hace del autoestudio una buena alternativa.

La pregunta del profesor de hoy debería ser, ¿cómo consigo que les guste esto? Claro que antes le debe gustar a él.

Quizá no se haga porque no es fácil enseñar para que les guste y creo además que no conseguiríamos en la mayoría de los casos que a esa edad les guste. Pero estoy hablando de sembrar para que en un futuro les guste. Es decir, el profesor debe ser un agricultor. Un buen profesor enseña lo que los alumnos no quieren aprender y además consigue que les guste.

Y tú, ¿eres agricultor?