A las seis de la tarde de ayer Francisco Miguel y Juan Francisco volvían a disfrutar de la libertad. Atrás quedan tres meses de barrotes, los que han marcado sus vidas desde las 11 de la mañana del 4 de febrero, en que entraron en prisión por unos delitos de los que siempre se han proclamado inocentes.

"Tendremos que ir a dormir a la cárcel, pero lo importante es que hemos salido y podremos empezar a olvidar". Esto es lo único que ahora desean, "olvidar y seguir luchando para demostrar nuestra inocencia, que es lo realmente importante".

Aunque el trato que han recibido en Alcalá Meco, tanto de compañeros como de funcionarios, aseguran que ha sido "inmejorable y muy digno", reconocen que describir la estancia en una cárcel es imposible. "La cárcel es un lugar indescriptible, no se puede conocer ni saber lo que es hasta que no pasas por ella", afirma Juan Francisco.

Sus emociones se agolpan , la felicidad les enmudece, no acaban de asimilar que están respirando libertad y que para ellos "empieza la vida".

Son conscientes de que olvidar su paso por prisión "va a resultar muy difícil", pero en Miajadas serán muchos los que les ayuden a conseguirlo.

Este apoyo social, que ayer volvió a demostrarse --numerosos compañeros y vecinos les ofrecieron una calurosa acogida en la plaza de España de su localidad, donde llegaron hacia las nueve de la noche-- es lo que más "nos conmueve y ánima para seguir adelante". Y también ha sido fundamental para obtener el tercer grado, reconocen, pues según recuerdan "estando en prisión hemos recibido hasta cuatro cartas diarias de apoyo".

Ahora, ya en casa, pondrán en orden sus vidas. Tratarán de olvidar y seguirán haciendo todo lo posible para demostrar que son inocentes, insisten.