Que Monago tenía que hacer un plan de ajuste como consecuencia del incumplimiento de déficit de Extremadura el año pasado y que ha heredado Vara era sabido, que Montoro iba a mandar una misiva, con amenaza de intervención incluida, nada más aterrizar el nuevo gobierno, no tanto. Las reglas del juego están para cumplirlas, pero no cabe duda de que no es lo mismo iniciar la partida con la caja llena y las manos sueltas, que debiendo dinero y con las esposas puestas.

Monago y su gobierno, tras haber demostrado un comportamiento considerado "excelente" por parte del Ministerio de Hacienda en los ejercicios 2012 y 2013, hizo un borrón en su expediente y disparó el déficit hasta el 2,44% en 2014 cuando el tope máximo era del 1%. Gastó más de lo que ingresó y saltaron todas las alarmas. De repente, fue como ese alumno de sobresaliente que de un curso para otro acaba en insuficiente. Caben interpretaciones de todo tipo, desde ayudas extras de financiación, como consecuencia de haberle ganado el recurso a las eléctricas del famoso impuesto que impulsó el PSOE en otro tiempo, a la buena gestión de las cuentas públicas, aunque después de dos años haciendo los deberes y viendo que el resto de comunidades autónomas incumplían y tampoco pasaba nada, a uno le quedan pocas ganas de seguir remando a favor del viento. O todos pedaleamos a la vez, o se tira la bicicleta al río.

Ahora vienen los reproches de la herencia recibida, que es aprovechada por el PP para recordar que la suya fue aún peor, pero el caso es que, por muchos dimes y diretes que se lancen, aquí nadie está libre de pecado y lo que hace sólo dos años era para presumir, ahora resulta que no es para tanto. Y lo peor: que el ajuste, el recorte en suma, va por los 400 millones de euros y hay que ejecutarlo sí o sí, o de lo contrario los hombres de negro, como se les llama a los interventores de Madrid, aterrizarán en Mérida como se ha encargado de recordar el propio Ministerio apelando a la ley de estabilidad presupuestaria.

Para Hacienda hay dos tipos de presidente: el cumplidor y el incumplidor. Pero la escena que se le plantea a Vara, con Montoro de un lado frenándole y Monago del otro metiéndole prisa para desarrollar las 60 medidas comprometidas ante notario, puede convertirse en un auténtico vodevil. El jefe del Ejecutivo extremeño ha hecho públicas sus líneas rojas: "Me niego a joderle la vida a la gente para cuadrar las cuentas de Montoro", declaró el viernes a la SER. Está claro que educación, sanidad y servicios sociales no van a bajar en sus partidas presupuestarias sino todo lo contrario, pero sí tiene que corregir la desviación del déficit y el exceso de gasto del año pasado, y encima no puede rebasar la frontera obligada para el presente ejercicio que ya está al límite, ya me dirán dónde mete la tijera.

La única salida que le queda es dejar a un lado las inversiones, saltarse el resto del año y plantarse en 2016 sin casi tocar este capítulo. Esa baza es la que presentará Vara en Madrid casi con toda seguridad, quien abrirá una tercera vía de corresponsabilidad con España pero sin perjudicar a su Comunidad. Eso de coger las riendas de un caballo a medio domar, dado que el ejercicio va por la mitad, le permite tener argumentos para convencer al Ministerio de que los pecados son del anterior jinete y que no va a cargar él con toda la penitencia.

Hoy por hoy el margen de maniobra de una Comunidad autónoma, con los ingresos esquilmados, es demasiado escaso cuando se sabe que el 80% de su presupuesto lo tiene comprometido de antemano en las áreas básicas de atención a los ciudadanos. Pero en una negociación con el Estado, un presidente autonómico sabe que éste no se va a atrever a traspasar la frontera de la intervención ni nada que se le parezca y menos con unas elecciones generales a la vuelta de la esquina. El precedente sería fatal para el Gobierno central cuando, encima, no lo ha hecho anteriormente con comunidades autónomas de su mismo signo político con registros bastante peores e incumplimientos que, dado su peso específico en el conjunto del país, suponen un descosido mucho mayor en las cuentas públicas generales.

Los próximos días se verán los movimientos, pero que a una y otra parte le interesa el acuerdo antes que cualquier otra cosa, seguro. A lo mejor hasta hay apretón de manos.