Mentalista que averigua lo que piensa la gente, pondrá a prueba hoy y mañana a un puñado de ciudadanos en Badajoz con su espectáculo `Más cerca´

Popular en televisión, autor de libros donde desarrolla sus peculiaridades ilusionistas, hombre espectáculo, en Más cerca pone al día la historia del mentalismo.

--Por Badajoz pasaron los mejores mentalistas del siglo XIX y el XX.

--Entre finales de ese siglo y hasta la guerra civil, que rompió en dos la vida de España, así fue. Aquí pudo verse a los mejores magos de la época.

--Sería todo un asombro.

--Imagina. No había cine ni televisión. Cómo no iba a tener su importancia. Entonces, claro, lo que funcionaba era el teatro y sus estrellas, los Sergio Dalma, los David Bisbal de entonces, que eran gentes como Mario Lanza. Y en Badajoz llegó a haber un círculo de magia que parece que ahora quieren rescatar.

--Y usted ha buceado en ese pasado.

--Mi espectáculo sale como consecuencia de lo que soy, de lo que son mis libros. De mi biblioteca he sacado documentación sobre números de esa época, que fue una de las más creativas, y los he actualizado. Entonces los espectáculos duraban cuatro o cinco horas y alguien como Houdini, para deshacerse de sus ataduras, tardaba veinte o veinticinco minutos. Y mientras tanto la orquesta tocaba.

--¿Se pasea frecuentemente por el filo de la navaja?

--Bueno, hay que tener un equilibrio y ser claro desde el principio.

--¿Y qué es lo que no puede la mente?

--No quiero ponerle cauces al agua. Yo juego con el engaño, no tengo poderes. Creo ilusión, hago magia con el pensamiento.

--¿Cómo ilusionarse en una sociedad tan escéptica y resabiada?

--Estamos más que resabiados. Y a ello ha contribuido algún programa televisivo que se dedicaba a desvelar los trucos de magia y entonces la gente se dedica a pensar en cómo se harán los números. Vamos, que ya no se cree que a una mujer se la pueda cortar en dos. Pero los pensamientos de la cabeza son intocables y ahí, en ese secreto, en el que todos necesitan creer, entro yo. La gente necesita creer en las capacidades de la mente. Otros, sin embargo, se dedican a hacer negocio con esto y ponen consultorios, y no les pasa nada. Si uno abre un estudio de arquitectura sin ser arquitecto le meten en el trullo. Y a estos mangantes no les pasa nada.

--¿Tiene algo de Hitchcock, el mago del suspense?

--Ah, sí, me apasiona. Tengo todas sus películas. Intento aplicar algunas de sus cosas a mi trabajo.

--Acaba sus intervenciones diciendo que todo es producto de la imaginación. ¿Y usted?

--También soy producto de mi imaginación. Yo vivo de lo que tu ves.