Siempre que imparto formación sobre liderazgo surge la misma pregunta. El líder, ¿nace o se hace? Siempre me ha parecido muy difícil o imposible que existan personas que durante su vida hayan adquirido cualidades para mover o cambiar ellos solos a un pueblo. Y lo hicieron sin ser dioses que en principio son los únicos que podrían tener esas cualidades.

Por tanto, un líder que obtenga estos resultados "no se puede hacer". Entonces, ¿nacieron con esas cualidades Mandela o Hitler ? No menciono a Jesús de Nazaret porque mi madre me dice que fue Dios, es decir, que ya nació con las competencias del liderazgo incorporadas. Y la de los milagros.

La pregunta es muy pobre. Falta algo importante, porque los grandes líderes desde mi punto de vista ni nacen ni se hacen. Les hacemos líderes nosotros. Excepto a Jesús de Nazaret. Es decir la pregunta debería ser, ¿qué parte de culpa tuvo Mandela o Hitler en lo que hicieron y que parte de culpa tuvimos sus seguidores por encumbrarles?

Estamos diseñados para crear líderes. Los necesitamos laboralmente, socialmente, políticamente. Antes de que Dios existiese, cuando éramos animales, necesitábamos al macho alfa en la manada. Creo que el líder no nace líder. Somos nosotros los que nacemos con la necesidad de un líder. En general, en las sociedades más desarrolladas creamos líderes con más valores y cualidades. Podemos, por ahora. Y en las menos desarrolladas, creamos líderes con menos valores y menos cualidades.

Lo triste es que algunos de estos líderes creen, o que "nacieron así" o que "se hicieron". Y menosprecian a los que les hacemos más líderes día a día. Como tú, querido jefe. Y esto nos afecta a todos. Un líder nos es sólo un jefe o un político. Es una madre o un presidente de la comunidad de vecinos.

Mi madre me llamará y me dirá que en este artículo sobra todo lo que he escrito sobre Dios y que no le gusta que sea así. Esta vez aguantaré "el chaparrón". Cambio solo el título querido lector. Por ella. Y tú, ¿naciste, "hiciste" o te hicieron líder?