La lluvia, que había hecho su aparición a media tarde en Cáceres, desapareció justo a la hora prevista para el inicio de las procesiones. Poco antes de las nueve el cielo se despejó. Parecía que la lluvia iba a dar una tregua y se iban a poder celebrar los desfiles procesionales, pero fue solo un espejismo, pues cuando la Cofradía de las Batallas llevaba una media hora en la calle y la de la Salud apenas llevaba unos minutos, la lluvia volvió con fuerza y obligó a suspenderlas.

Los actos de Lunes Santos se habían iniciado en la capital cacereña a las ocho y media, con el habitual Viacrucis al Santuario de la Montaña que, desde 1980, vienen desarrollando los Misioneros de la Preciosa Sangre en la Semana Santa cacereña.

Comenzaba bajo una fina lluvia mientras en la concatedral de Santa María y en el conventual de Santo Domingo las hermandades de las Batallas y de Jesús de la Salud ultimaban sus preparativos sin dejar de mirar al cielo.

Para los hermanos de la Cofradía del Cristo de las Batallas y María Santísima de los Dolores la de ayer era una procesión especial. Celebraban el 25 aniversario de su refundación (aunque fue fundada en los años 50 por mutilados de guerra, fue hace 25 años cuando pasó a ser civil), y, por este motivo, además de estrenar faroles de la Cruz de Guía y de acompañamiento de estandartes, ofrecían la novedad de participar militares en la carga de su paso titular. Este siempre es acompañado por gastadores del Cimov en honor a su origen castrense, pero ayer 32 militares se turnaron con los hermanos de carga para portar el paso del Santísimo Cristo de las Batallas durante el desfile procesional, en el que también participaron el actual coronel jefe del Cimov, Miguel Angel Gómez de Agüero; y su antecesores en el cargo Jesús Estacio y Antonio Domínguez Valor.

También la hermandad de Jesús de la Salud, que procesionó por primera vez el año pasado, y que cuenta ya con unos 220 hermanos, iba a ofrecer ayer novedades y mejoras. Su imagen titular, una talla completa y policromada del imaginero sevillano Rafael Martín, estrenaba túnica y también trono, unas andas de madera, pero no pudo lucirlas, pues apenas unos minutos después de salir de Santo Domingo la lluvia obligó a volver al templo.