Un peligro para muchos cultivos vitales en la economía regional. Eso es lo que representa la bacteria xylella fastidiosa, conocida en el sector agrario como el ‘ébola’ de los olivos, debido a que estos fueron los primeros afectados cuando la plaga aterrizó en Europa a finales del año 2013, en el sur de Italia.

Pero los olivares no son los únicos cultivos amenazados. Más de 300 especies vegetales pueden sucumbir ante la presencia de este mal, que ataca también a vides, árboles frutales de hueso, especies ornamentales o almendros. Sobre estos últimos saltó la alarma este pasado mes de julio, cuando apareció la primera cepa de la bacteria registrada en la Península Ibérica. Fue en el municipio alicantino de Guadalest, donde se confirmó que la plaga había conseguido cruzar el Mediterráneo.

Por ello, el nivel de alerta se ha incrementado: «la alarma ha subido aunque el riesgo siga siendo el mismo», reconoce Guadalupe Espárrago, del Servicio de Sanidad Vegetal de Extremadura.

Este organismo activó un protocolo de acción en 2014 , tras la crisis desatada en Italia, donde se calcula que la bacteria ha conseguido aniquilar más de dos millones de árboles.

En Extremadura, el Servicio de Sanidad Vegetal tiene programadas para este año un total de 440 prospecciones anuales, que se refuerzan especialmente durante los meses de mayo, junio, julio, septiembre y octubre para los cultivos al aire libre, ya que es en estos meses cuando la presencia de la bacteria es más fácil de detectar, explica Espárrago.

Estos controles se realizan tanto en espacios naturales como en viveros, plantaciones comerciales, parques y jardines, con especial atención a las áreas donde hay material vegetal procedente de países con presencia de la bacteria, que a día de hoy son: Estados Unidos, Canadá, Argentina, México, Costa Rica, Venezuela, Brasil o Paraguay, además de las zonas demarcadas en la Unión Europea.

Sin antídoto/ La xylella fastidiosa no sólo es una amenaza por su letalidad y rápida expansión, sino porque tampoco existe un remedio para atajarla una vez que aparece.

A día de hoy, la única respuesta ante la presencia de la bacteria es eliminar los vegetales afectados. Además, el protocolo marca la delimitación del foco y la toma de muestras cada cien metros en 10 kilómetros a la redonda, para asegurar que no se haya propagado.

«Es muy difícil de aislar, de ahí que se le diera el nombre de fastidiosa», cuenta Espárrago.

El llamado ‘ébola’ de los olivos provoca un decaimiento rápido y generalizado de la planta afectada, cuyas hojas y ramas se secan hasta acabar muriendo finalmente. Además, se transmite rápidamente a través de los insectos que se alimentan de la savia del árbol, donde se instala la bacteria, que pasa así de un tronco a otro.

Originaria de California, su presencia se había restringido al continente americano y a la isla asiática de Taiwán, hasta que en el año 2013 dio su primer salto a Europa, aterrizando en la región italiana de Apulia, en el ‘tacón’ de la Península Itálica.

Ante el imparable avance de la plaga, la Comisión Europea estableció una serie de medidas para evitar su propagación, obligando a todos los países miembros a realizar una serie de controles para la detección precoz de la bacteria. A pesar de ello, ésta ha continuado su recorrido por la costa mediterránea, localizándose también en Córcega y la Costa Azul francesa, en varios puntos de Alemania y por último en España, a través de las Islas Baleres y la Comunidad Valenciana, hasta el día de hoy.

El tráfico de especies vegetales es uno de los mayores factores de riesgo. De hecho, la Junta de Extremadura ha dictado la prohibición de portar vegetales susceptibles de ser infectados en los vuelos Badajoz-Palma de Mallorca que se ponen en marcha cada verano, además de una campaña informativa para los pasajeros.

Preocupación en el campo / A pie de campo, la entrada de la xylella fastidiosa en la Comunidad Valenciana preocupa, porque significa que la plaga ya ha conseguido abrirse camino en el territorio peninsular, si bien los dirigentes agrarios hacen un llamamiento a la calma, aunque sin bajar la guardia.

De hecho, algunos de ellos ya proponen más medidas para asegurar la no llegada de la plaga a la región.

Es el caso de Luis Cortés, secretario general de La Unión Extremadura, quien además resalta la importancia de una mayor inversión en investigación.

«La administración ha tomado algunas medidas adicionales, como la de los vuelos a Palma de Mallorca, pero el problema no está en Baleares sino en los viveros de la Comunidad Valenciana. Allí agricultores extremeños están comprando olivos y almendros. Nosotros entendemos que se debería recomendar a los productores extremeños que no compren o eviten las plantas procedentes del Levante español», afirma.

Cortés argumenta que lleva un tiempo el descubrir los focos, por lo que «es posible que haya infecciones no detectadas».

El dirigente agrario defiende la necesidad de un control exhaustivo de toda la planta, tal y como se hace con el ganado, y recuerda el desastre que tuvo lugar hace ocho años con un foco bacteriano de rosáceas infectadas que obligó a arrancar más de 100 hectáreas de árboles frutales en las Vegas Altas.

«Se le llama ‘ébola’ del olivo pero nos preocupa también por el almendro, los árboles de fruta de hueso. Es una bacteria que puede atacar prácticamente a cualquier árbol y según la cepa puede dirigirse a unos o a otros», explica.

Cortés insiste en la importancia de la prevención para no «andar siempre curando en lugar de previniendo».

De medidas preventivas habla también Juan Moreno, presidente de Coag Extremadura, quien hace hincapié en el peligro que la bacteria supone para muchos cultivos vitales en la economía regional.

«La preocupación es grande pero no alarmante. Creemos que una vez que está en la Península la administración debe activar la alerta máxima», dice.

Entre las medidas a tomar, Moreno realiza dos propuestas muy concretas: la creación desde el Ministerio de Agricultura de una mesa de seguimiento y control de esta enfermedad y la fijación de indemnizaciones a destinar en el caso de que una parcela sea infectada.

«La Unión Europea debe destinar fondos para las indemnizaciones. Así, si hay parcelas afectadas, los propietarios no tendrán miedo ni tratarán de ocultar esta enfermedad», razona.

La atención en el terreno también se centra sobre el procedimiento a seguir una vez detectada la bacteria. Si bien en la Comunidad Valenciana se ha procedido a la destrucción de los vegetales mediante la trituración de éstos, para los agricultores podría no ser suficiente.

Así lo expresa Juan Metidieri, presidente de Apag Extremadura Asaja, quien subraya la necesidad de que los restos se destruyan totalmente a través de su quema.

«Hay preocupación por supuesto, pero discreta, sin alarmarse», expresa también.

La misma valoración que aporta Antonio Prieto, portavoz de UPA-UCE, quien se une al llamamiento a la administración regional para tomar todas las precauciones posibles.

«Estamos preocupados, pero no alarmados. Medidas directas no podemos tomar porque la bacteria no ha llegado. Trabajamos con la administración en la prevención, pero como hacemos con cualquier otra enfermedad», dice.

Asimismo alude al especial cuidado que deben tener los ayuntamientos a la hora de adquirir plantas ornamentales, que también son susceptibles de verse afectadas por la bacteria.

Una atención vital para frenar la posible expansión de una plaga que podría asolar sin vuelta atrás el campo extremeño.