El problema fundamental del AVE es que los extremeños ya no nos creemos nada. Estamos desconfiados porque a uno, cuando le toman el pelo tantas veces, acaba por poner en cuestión todo lo que le cuentan.

Cuando en 2003 se celebró la cumbre de Figueira da Foz entre España y Portugal y el ministro de Fomento de entonces, Francisco Alvarez Cascos, logró convencer a sus homólogos portugueses de que el AVE Madrid-Lisboa no solo debía pasar por Extremadura, sino atravesarla, pareció que nos había tocado la lotería. No sólo Badajoz ganaba, lo hacía Mérida, Cáceres y hasta Plasencia camino de Madrid. El progreso que traía aparejado un ferrocarril del siglo XXI se convertía en columna vertebral de esta región. Por primera vez, el fondo de saco que supone una frontera se convertía en oportunidad al estar situados estratégicamente en medio de dos países que tenían una necesidad acuciante por comunicar a sus dos capitales.

Sin embargo, empezaron los retrasos, cambió el gobierno y, con él, hubo una modificación del modelo hacia un tren mixto en el que se incorporaron las mercancías por el mismo trazado; más retrasos, otro cambio de gobierno que, a la vista de la crisis en Portugal y el más que probable abandono de la alta velocidad, se pactó acelerar las obras en territorio extremeño para dotar, por el momento, de un tren de altas prestaciones sin electrificar (diésel) y por una sola vía; más retrasos, la paralización por fin del proyecto en Portugal, el no inicio de algunos tramos en España... hasta que, de pronto, se publica que Renfe y la empresa de ferrocarriles lusa estudian electrificar la línea que discurre por Salamanca y Fuentes de Oñoro, así como arreglar el trazado que discurre por la Sierra de la Estrela en Portugal, a fin de acelerar el viaje por ferrocarril que actualmente se hace por esa línea con el tren-hotel Lusitania que tarda 10 horas y que, por cierto, antes pasaba por Valencia de Alcántara.

Ha habido desmentidos urgentes, pero la incredulidad es imposible de evitar. Si nos prometen un AVE en 2010 que después se retrasa a 2012 y más tarde se cambia a un Tren de Altas Prestaciones para que empiece a rodar en 2015 y ahora nos dicen que tampoco, sólo falta que veamos a nuestros vecinos salmantinos con una nueva línea para que nos preguntemos si se están riendo de nosotros.

Portugal no está para fiestas. Y es como el sediento que tiene que andar un kilómetro para llegar al río, si le ofrecen un charco a sólo unos metros se olvida totalmente del río. Cuando a comienzos de los noventa se debatía la conexión por autovía Madrid-Lisboa, el Gobierno de España hizo la autovía de Extremadura hasta Badajoz y le dijo a Portugal: tu engancha donde quieras pero yo llego hasta aquí. Pues ahora igual, si se le ofrece al país vecino una conexión sólo por Extremadura, que no olvidemos es fruto de un acuerdo internacional sellado entre dos países y forma parte de la red de ferrocarriles de Europa, el Gobierno de Lisboa no va a tener más remedio que transigir. Si, por el contrario, se le ofrece una alternativa menos costosa, dirá que le den por saco al AVE que, como dicen algunas voces críticas del país, es cosa de ricos.

La voz de alarma lanzada por el presidente Guillermo Fernández Vara y seguida por el alcalde pacense Francisco Javier Fragoso no están de más. Muy al contrario. Los extremeños pareciera en ocasiones que tuviéramos el sesgo de la resignación insuflada en el alma y así nos va. Esta región tiene que dar la batalla por su progreso y no dejar pasar ni una, ni quiera si se trata de un intento.

El propio Vara ha venido a reconocer que el incumplimiento del AVE en 2010 le costó su correspondiente desgaste en las urnas del 2011 y por eso ahora puede exigirlo con más fuerza. El susodicho tren de altas prestaciones tiene que cumplir sus plazos, la red de subestaciones eléctricas previstas y necesarias para el AVE tienen que rehacerse y el AVE en sí mismo tendrá que llegar hasta Badajoz como se prometió en esta legislatura. Que Portugal ya hará el resto, que no le quepa la duda a nadie que lo hará. En cuanto pueda.