Tienen el pasaporte para disfrutar del verano en la región con una familia de acogida, pero no todos saben con certeza si este año podrán materializar ese sueño. Como cada verano, cientos de hogares extremeños se ofrecen para participar en el programa Vacaciones en Paz --promovido por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui-- y acoger durante los meses de julio y agosto a niños de entre 7 y 12 años procedentes del campo de refugiados de Tinduf.

Hoy comenzarán a llegar a la región los 378 menores saharauis que ya han encontrado una familia. Sin embargo, hay otros 40 que disponen del pasaporte aprobado pero todavía no han encontrado unos padres de acogida, según explicó ayer a la Agencia EFE el responsable de este programa solidario, Pedro Martín. Por eso ha querido hacer un llamamiento a la sociedad extremeña para que demuestre su implicación con el proyecto y se animen a cumplir con las ilusiones de estos menores.

Villanueva, Don Benito y Talavera la Real siguen siendo las localidades más solidarias y, aunque la crisis ha disminuido el número de familias, Extremadura se encuentra entre la segunda y tercera comunidad que más niños acoge, en proporción a su población. En concreto, este año 100 niños serán acogidos por familias de la provincia de Cáceres y 278 de la de Badajoz.

Los primeros en llegar

En torno a las 9.00 horas de hoy está prevista la llegada al aeropuerto de Talavera la Real del primer avión con niños saharauis. Mañana martes se recibirán otros dos vuelos, a las 9.00 y a las 9.40 horas, respectivamente. Después, se les asignará a sus familias en el polideportivo municipal de esta localidad pacense y permanecerán en la región durante dos meses.

En este periodo las familias se encargarán de pagar los gastos del billete de avión y de la manutención. Según explica Martín, el proyecto les permitirá vivir en una cultura de paz, recibir una atención médica especializada, perfeccionar el español y les ahorrará la exposición a las temperaturas estivales de los campamentos de refugiados, superiores a los 50 grados.

A la vez, los niños saharauis ofrecerán su cultura, costumbres y valores que, muchas veces, pasan desapercibidos, como la posibilidad de tener acceso a la luz y al agua corriente. "También transmiten un cariño y una felicidad especial, a pesar de las condiciones de vida en que viven", subraya Martín.