El barril de petróleo Brent está por debajo de los 40 dólares, exactamente a 39,5 dólares. Hace cuatro años y cuatro meses --desde julio del 2004-- que no se alcanzaban precios así. Concretamente, en julio de hace cuatro años el barril estaba a 38,3 dólares, esto es, un 3% más barato que ahora.

¿Qué ocurría entonces con el precio del combustible? Según los datos del Ministerio de Industria, el precio medio en Extremadura estaba en 87,7 céntimos para el litro de gasolina de 95 y en 73,8 céntimos para el gasóleo.

Sin embargo, ayer los precios medios en las gasolineras de la región eran de 88,8 céntimos para la gasolina de 95 y de 92,5 céntimos para el gasóleo. Esto supone que la gasolina prácticamente ha seguido la misma senda a la baja que el crudo, pero no así el gasóleo, que cuesta un 25% más caro que en julio del 2004.

Teniendo en cuenta que ahora mismo la mayor parte de los coches llevan motores diesel, la diferencia de precios entre julio del 2004 y ahora supondría una sobreganancia anual para las distribuidoras de 165 millones de euros, ya que en Extremadura se consumen al año casi 890.000 toneladas de gasóleo, seis veces más que el consumo de gasolina.

Para el usuario significa que paga casi 65 euros por llenar el depósito, frente a los 53 que tenía que pagar hace cuatro años y cuatro meses, es decir, doce euros más por depósito cuando el precio del petróleo es casi idéntico.

FALTA DE COMPETENCIA Este hecho, repetido una y otra vez --el incremento del precio del crudo se traslada en días, si no en horas, al surtidor, mientras que las caídas tardan más y nunca llegan a igualar la bajada del petróleo-- ha sido analizado en un informe por el Banco de España.

Según esta institución, España es uno de los países donde se traslada con más lentitud y menor impacto el descenso del precio del petróleo al consumidor. El Banco lo achaca directamente a que se trata de un problema de "mercados con menor competencia".

Según la institución, cuando el petróleo baja el descenso se traslada rápidamente al mercado mayorista, esto es, a las refinerías, pero no al surtidor, y este fenómeno se percibe con mucha mayor intensidad en el gasóleo, el carburante más demandado, que en la gasolina.