Antes de llegar a la violencia física, a la agresión directa, hay un periodo de maltrato psicológico, de control, de no dejarle tener amigos, ni hablar con su familia, ni vestirse de determinada manera. Son actitudes machistas que logran que la mujer se quede sola y cada vez le resulte más difícil pedir ayuda», expresa Elisa Barrientos, directora del Instituto de la Mujer en Extremadura (Imex). Ese aislamiento social en el que pone el foco Barrientos, y que se vive como una dura condena invisible, es una de las principales conclusiones del reciente estudio sobre vulnerabilidad elaborado por Cruz Roja y que en esta ocasión se centra exclusivamente en las víctimas de violencia de género.

Esta entidad ofrece un servicio de protección a estas mujeres través del sistema ATENPRO, un recurso más del Ministerio de Sanidad que consiste en un dispositivo móvil que permite a las víctimas un contacto directo en cualquier momento con un centro atendido por personal especializado. Para poder acceder a este mecanismo de protección hay que cumplir dos requisitos: no convivir el agresor y participar en los programas de atención especializada que existan en Extremadura.

Actualmente, en la región hay 208 usuarias activas del servicio ATENPRO, mientras que la cifra a nivel nacional en el mes de julio era de 12.265.

A través de una muestra aleatoria de las mismas, Cruz Roja ha elaborado su estudio sobre vulnerabilidad. De este modo, en relación a la violencia psicológica, más del 90% asegura que el maltratador minaba su autoestima, las intimidaba, amenazaba con hacerles daño, las menospreciaba o humillaba delante de otras personas y las ignoraba como seres humanos.

En cuanto a la economía doméstica, el 70% señala que el agresor les impedía tomar decisiones relacionadas con la economía familiar y/o realizar compras de forma independiente; mientras que el 69,6% indica que él se apropiaba de su dinero y en el 47,4% de los casos tampoco le permitía trabajar o estudiar fuera del hogar.

Sobre el aislamiento social, el 89,9% de las víctimas manifiesta que la expareja insistía en saber dónde estaba en cada momento; el 88,3% afirma que él se enfadaba si ella hablaba con otras personas; y en un 80,5% de los casos intentaba evitar que se relacionase con su familia. Además, el control del móvil y redes sociales afecta a cerca del 80% de las mujeres que necesitan este servicio de protección.