El campo de concentración de Castuera fue una de las instalaciones más represivas tras la guerra civil e infringía los propios reglamentos franquistas, pues las condiciones de vida eran insalubres y las raciones de comida míseras. Así lo asegura Alfredo González-Ruibal, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento. Este especialista dirige un proyecto que incluye excavaciones en Castuera y las provincias de Madrid y Guadalajara, que albergaron construcciones franquistas y republicanas, y que se enmarca dentro de la iniciativa europea Ruin Memories .

LAS PRUEBAS El CSIC ha confirmado que durante las excavaciones en Castuera los investigadores hallaron varios objetos en un basurero, como latas, escudillas de aluminio y alambre de espino, varios tinteros y una pieza de dominó fabricada con un trozo de hueso. El tipo de elementos encontrados y la ausencia de objetos personales indicaría, según el CSIC, que en campos de concentración como estos se ejercían tácticas de anulación de la individualidad. "Las letrinas, por ejemplo, tenían un cuarto de la profundidad reglamentaria e impedían por completo la intimidad, pues se usaban al aire libre y de forma colectiva. No se trataba de algo casual, sino que eran parte del castigo y de la humillación diseñada por los vencedores", según González-Ruibal.

"La supervivencia en estos campos dependía sobre todo de los familiares "ya que eran ellos quienes traían algo de comida para suplir las míseras raciones del campo", añadió este arqueólogo al mencionar los trozos de vasijas de barro y pucheros encontrados.

A su juicio, los hallazgos en las diferentes ubicaciones excavadas han permitido confirmar lo que ya se conocía por la documentación de la época pero hacen posible "contarlo a la sociedad de una forma más tangible y cercana. Además, descubrimos también hechos que no se conocían o habían sido marginados en la historiografía y en la memoria colectiva".