Con un pie en el campo y otro en la bodega, Antonio Rosado (Almendralejo, 1952) entendió desde muy joven que la única manera de que los viticultores de Tierra de Barros pudieran aspirar a precios dignos era tomar las riendas de sus propios productos. Eso le condujo a militar en los Jóvenes Agricultores durante la Transición, a fundar junto a otros compañeros las Bodegas San Marcos a principio de la década de los 80 y a llevar toda una vida dedicado al mundo del vino.

--¿Por qué dio el paso más allá del campo?

--Por las necesidades que teníamos los agricultores entonces, en manos de los industriales y vendiendo a precios irrisorios. Primero, junto a mi compañero Manolo Nieto, quisimos impulsar el sindicalismo agrario en la zona a través de los Jóvenes Agricultores. Después también fundamos con otros viticultores la Cooperativa San Marcos, en unos años en los que hablar de cooperativismo era casi pecado por el fiasco de Santa Ana. El sueño y la ilusión era ser dueños, que los agricultores pudiéramos hacer frente al Gobierno y a las grandes empresas, si bien al cabo de 30 años vemos que no es así. Es difícil porque se depende del mercado, de los intermediarios... En el caso de San Marcos un socio debía ser presidente y yo formaba parte del Consejo Rector y me tocó. Yo digo que al más tonto le cae el cargo. En Ribera del Guadiana, San Marcos presentó su candidatura y fuimos elegidos.

--¿Cómo ve la situación del vino extremeño en la actualidad?

-- La calidad del vino se puede comparar con la de cualquier otro en España, lo que pasa es que hay DO, que no hace falta nombrar, que ya parecen sinónimo de calidad. Luego también hay cuatro o cinco grandes empresas que dominan el mercado nacional.

--¿Qué importancia tiene el mercado exterior entonces?

-- La salida natural es la exportación para Extremadura. La asignatura pendiente es la comercialización. Tenemos que vender a precios europeos, no podemos permitir un valor tercermundista. No nos podemos quejar de que vengan vinos de Argentina y luego echar por tierra el mercado y perjudicar a los compañeros viticultores franceses, italianos... que buscan vender a precio justo.

--¿Qué opina del proyecto de regadío en Tierra de Barros?

-- Estoy a favor del regadío pero en mi opinión no está planteado de la manera más idónea. El anterior presidente decía que era un paso a la agricultura del siglo XXI. Creo que para dar ese paso lo primero que debe hacer la Administración es promover una concentración parcelaria en la zona, porque es la única manera de que el regadío sea rentable. Me parece que en Madrid y Bruselas pondrán trabas al proyecto.