Las comisarías, los cuarteles de la Guardia Civil, los juzgados, las casas de acogida, el Instituto de la Mujer, los servicios sociales de base de los ayuntamientos... Son muchos los lugares donde las víctimas de la violencia de género pueden acudir para buscar ayuda, si bien muchos son también los obstáculos, sobre todo psicológicos, que deben superar para dar ese paso. Sin embargo, todos los especialistas coinciden: la denuncia es el primer paso para acabar con los malos tratos.

"Denunciar marca un punto y aparte, ya que supone aceptar la situación que la víctima está viviendo, afrontarla y poder recibir la ayuda necesaria para erradicar su problema", explican Lorena y María Reyes, dos agentes del Servicio de Atención Familiar de Cáceres (SAF). Precisamente, este es uno de los recursos de reciente creación destinados específicamente a luchar contra la violencia machista. Extremadura cuenta con tres unidades de este tipo (una en Badajoz y otra en Mérida, aparte de la cacereña) y en muchos casos son la puerta de entrada al sistema de protección para la mujer maltratada.

"Básicamente, las víctimas llegan al SAF por dos vías: acompañadas por compañeros que han acudido al lugar de la agresión o por iniciativa propia. En este último caso, se trata de aquellas que dicen ´hasta aquí hemos llegado´ y se atreven por fin a denunciar. Afortunadamente, cada vez son más", relatan las agentes. Su tarea consiste en registrar las denuncias, en muchos casos después de tranquilizar a la víctima ("en la inmensa mayoría de los casos, una mujer, apuntan") e incluso acompañarla al médico, en caso de que sea necesario certificar alguna lesión.

Pero este es solo uno de los recursos de atención a las víctimas de este tipo de delitos con que cuenta Extremadura. De hecho, desde el pasado mes de abril, la región cuenta con una Unidad de Coordinación de la Violencia de Género, dependiente de la Delegación del Gobierno, que se ocupa de coordinar todos estos servicios. Su meta: ofrecer a las víctimas de la violencia de género la posibilidad de denunciar su situación en cualquier momento, ya sea en la comisaría, el juzgado o cualquier otro punto. Todo para que cada vez sean más las mujeres que se animen a decir "se acabó".