4.000 extremeños reciben ya las ayudas de la ley de dependencia, según los últimos datos de la Junta, pero 11.000 más están a la espera de una respuesta a su solicitud. Algunos han sido valorados y no saben aún qué grado les corresponde ni, por consiguiente, a qué prestaciones pueden aspirar. Otros no saben nada desde que cursaron su solicitud, hace ya varios meses en la mayoría de los casos. Estas son las historias de algunos extremeños que viven pendientes de la puesta en marcha de lo que se ha llamado "el cuarto pilar del Estado de bienestar".

Los padres de Bienvenida

A la madre de Bienvenida Torres le han concedido recientemente una plaza en una residencia. Tiene 83 años y precisa "asistencia total" desde que el pasado mes de noviembre sufriera una embolia cerebral. "Está encamada y en estado vegetativo, por lo que hemos tenido que llevarla a un centro privado durante este tiempo para que recibiera la atención que necesitaba", explica Bienvenida que no se muestra del todo conforme con el servicio prestado allí. Por eso, en cuanto pasen los 15 días con que tenía que avisar, su madre se trasladará.

Entretanto, también ha tenido que preocuparse del ingreso de su padre (de 85 años), después de que este sufriera "un pequeño infarto, aparte de que tiene alzheimer". Son muchas las cuestiones que Bienvenida y su hermano deben resolver para que sus padres estén bien atendidos y hasta hace unos meses "no comenzamos a pedir las ayudas, que ni siquiera conocíamos". Como ambos progenitores son dependientes, solicitaron las nuevas prestaciones de la ley de dependencia, aunque les han llegado antes las del Ayuntamiento de Badajoz. En todo caso, Bienvenida destaca que "cualquier apoyo en un momento así se agradece, es muy necesario en momentos tan difíciles".

La evaluación de Belén

Belén Mansilla es independiente "cuando estoy en mi silla de ruedas". Pero hasta entonces necesita ayuda "para levantarme, asearme... Todo, hasta que llego a la silla; luego ya engaño". Hasta ahora, ha recibido esa ayuda de sus padres, con los que vive, pero "que ya van siendo mayores y casi están para que los atiendan a ellos".

Por eso, desde la asociación de personas con discapacidad física a la que pertenece (Apamex Badajoz), le animaron a solicitar las ayudas de la normativa que entró en vigor el año pasado. Así lo hizo y ya en septiembre recibió al equipo encargado de evaluar su grado de dependencia, pero no está conforme con el resultado: "Me han reconocido el primer grado de dependencia (menor), en el nivel 2, así que voy a tardar en comenzar a recibir las prestaciones". Por ello, Belén considera que "las ayudas son positivas y me parece bien que se atienda primero a los casos extremos, pero deberían tener en cuenta todos los factores, como la edad o el estado de salud de mis padres".

Sin nombre ni ayuda

Rosa y Gabriel prefieren no revelar sus nombres verdaderos, ni proporcionar sus datos personales, "no vaya a ser que nos perjudique en lo de la ayuda". La de la dependencia de Gabriel, que se quedó parapléjico hace más de una década a raíz de una intervención quirúrgica. Su mujer se ocupa de cuidarle desde entonces con la única ayuda que le proporciona el Ayuntamiento del municipio extremeño donde viven: apenas unas horas semanales de asistencia a domicilio, para ayudar a Rosa con las tareas domésticas, la compra...

Aunque el grado de dependencia de Gabriel ya ha sido evaluado, todavía no saben nada de la ayuda. Una asistencia que necesita "todo el día; para todo, todo, todo", como recalca su mujer y de la que, de momento, no han recibido ninguna noticia. "Nos ha dicho la asistente social que nos tienen que llamar para ver qué necesitamos, pero no sé nada más", explica Rosa que también señala que "a mucha gente del pueblo ni siquiera han venido a valorarla todavía, que yo sepa".

Sin hijos, este matrimonio en el que ambos cónyuges superan los 70 años no puede permitirse contratar ningún cuidador. Los ahorros los gastaron ya hace tiempo, en los primeros años de hospitales y rehabilitación. Ahora solo esperan que las ayudas sean pronto una realidad y, para ello, prefieren omitir sus identidades. No son los únicos, EL PERIODICO también ha hablado con otra persona que solicitó las ayudas el año pasado y, pese a vivir en una situación de dependencia total y padecer una acuciante necesidad de ayuda, aún no ha recibido ni siquiera la visita del equipo de valoración. Pero por miedo a posibles represalias --"a ver si me va a venir mal"-- prefiere no dar a conocer su experiencia.

El popular Fernando

Fernando es muy conocido en Don Benito, su pueblo. Sus habitantes están muy acostumbrados a verle por ahí con su silla de ruedas eléctrica. En el cine, en el teatro, en la Casa de la Cultura... Tiene muchas aficiones y le gusta tanto viajar que ya conoce varias capitales europeas e incluso, en Roma, tuvo la oportunidad de saludar al Papa Juan Pablo II. Su elevado porcentaje de minusvalía física (el 90%) no reduce sus ganas de hacer cosas, pero para hacerlas necesita ayuda. La que hasta ahora le han proporcionado fundamentalmente sus padres, Paqui Mena y Fernando Cerrato, y que ahora que él ya tiene 32 años esperan que empiece a complementar las ayudas de la ley de dependencia.

"Al principio pensamos en solicitar un sueldo para mí, por los cuidados en el entorno familiar --incluso hice un curso de 900 horas en la Cruz Roja--, pero después decidimos que sería mejor que tuviera su propio cuidador", explica Paqui. Por ello, una vez en marcha la nueva normativa, presentaron la solicitud y en octubre recibieron la visita de uno de los equipos de evaluación de la Junta, que le reconoció a Fernando el grado tres de dependencia.

De este modo, ya debería comenzar a cobrar las ayudas, pero están a la espera de que se diseñe su Plan Individual de Atención (que recoge todos los servicios que precisa el dependiente). Entretanto, aseguran que todavía no conocen a nadie que esté recibiendo las ayudas, si bien Fernando espera que la ley "se ponga pronto en práctica y no quede solo en papel mojado, ya que muchas personas necesitan de su aplicación".

Carmen pide información

"¿Tú sabes algo? Cuéntame, por favor". Quien pide esta información sobre la ley de dependencia es una de sus posibles beneficiarias, María del Carmen Cantero. Con un 85% de minusvalía por la distrofia muscular que padece, cabe esperar que le sea reconocido máximo nivel de dependencia o grado tres y comience a recibir pronto la ayuda. Sin embargo, desde que la solicitó el año pasado no ha tenido noticia alguna de la prestación y, mientras tanto, se costea de su bolsillo la cuidadora que precisa desde que falleció su madre.

María del Carmen, que precisa asistencia durante todo el día, está convencida de que las ayudas "deberían existir desde hace tiempo". Recuerda cuando una vez se vio en aprietos porque se quedó sin cuidadora "y recurrí a una agencia en la que me dijeron que si era pensionista, me olvidara de ellos. ¿Es que solo los que tengan dinero van a tener calidad de vida, dentro de la poca calidad de vida que podemos tener?" Por eso, espera que la nueva normativa garantice pronto la atención a aquellos que, como ella, más la necesitan.

Javier, la excepción

La excepción a la regla de este reportaje la protagoniza Javier, cuyos padres ya han comenzado a recibir las ayudas previstas en la ley de dependencia. Así lo cuenta su madre, Monserrat Sánchez, que explica que solicitaron la prestación en mayo del año pasado, poco después de que se abriera la posibilidad de hacerlo, y recibieron al equipo de evaluación a finales de octubre.

"En nuestro caso, no nos podemos quejar porque todo fue bastante rápido y solo dos semanas después de la evaluación nos llamaron para decirnos que teníamos la ayuda aprobada", explica. Poco después participaron en un acto simbólico de entrega de las prestaciones en Badajoz, con el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, y el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara. No obstante, reconoce que el proceso va "excesivamente lento y hay mucha gente que aún no las recibe o ni siquiera han sido evaluados. El único caso que conocemos de que ya las estén recibiendo es el nuestro" .

Con la esperanza de que la implantación de la ley vaya mejorando, Monserrat considera "muy positiva una ley tan necesaria, porque es muchísima la atención que necesita una persona dependiente". Ella recibe ahora la prestación por ayuda en domicilio, que compensa, en parte, que tuviera que abandonar su trabajo para cuidar a su hijo. Además, supone un respaldo para afrontar los gastos derivados de los instrumentos que precisa Javier (camas adaptadas, silla...). Y, simplemente, es su derecho.