Asumen que muchas veces defienden ideas que después no llevan a la práctica y que han sido testigos pasivos de situaciones injustas. En definitiva, reconocen que no están realmente implicados en la lucha por la igualdad. Pero aún así consideran que son ellas las responsables de, ahora, dar un paso más. Hoy, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer con numerosas protestas y manifestaciones en toda la región (entre otros, habrá un paro general de 12.00 a 12.30 horas y la Asamblea de Extremadura acogerá un acto simbólico en el que se firmará un documento de compromiso). Son muchas voces las que claman que la lucha feminista no deber ser solo cosa de mujeres y que la actitud neutral es también una forma de seguir permitiendo el machismo. A propósito de la jornada, cuatro extremeños de generaciones distintas hablan de la reivindicación por la igualdad desde su visión masculina.

«NO SOY FEMINISTA»

«Yo no me considero feminista, sino una persona que pelea por la igualdad. Yo lucho tanto por hombres como por mujeres», expresa Joaquín Martín de Saavedra Rojas, que tiene 26 años y es de Badajoz. Ahora vive en Rumania gracias a un programa de voluntariado europeo. «Reconozco perfectamente los micromachismos. Por ejemplo, yo me muevo mucho con estudiantes erasmus, he salido mucho por la noche con ellos y me parece indignante que las chicas no tengan que pagar para entrar en una discoteca. Es una manera de desvalorizarlas, de convertirlas en un producto», expresa este joven pacense.

Aunque tiene claro que falta implicación por parte de ellos, también pone el foco en ellas: «Las generaciones más mayores creen que las mujeres deber ser de determinada manera y que no está bien que luchen por sus derechos», subraya.

«SOLO ESTÉTICA»

«Muchas mujeres verían mal que fuera el padre quien dejara su trabajo, o su promoción laboral, por atender a sus hijos. La realidad es que la sociedad en general ve raro que sea el hombre quien renuncie», manifiesta Jesús Pérez Mayo (46 años), director de Cáritas de Mérida-Badajoz. El tiene tres hijos, dos de ellas niñas de 14 y 18 años, «todos reciben la misma educación». Asegura que para ellos el poder contar en casa con ayuda externa les ha permitido poder organizarse: «Pero la conciliación en este país es un problema importante».

Si se le pregunta qué es el feminismo, tiene claro que es la lucha por los derechos de las mujeres, pero apunta que mucha veces esta reivindicación se convierte en un arma política y lo realmente importante queda en segundo plano: «Lo que no puede ser es que si ni siquiera se valoren propuestas porque vienen de un partido que no es el tuyo».

En cuanto al papel que tienen los hombres, expresa que con frecuencia «no se pasa de la estética a la práctica». «Hay quienes pronuncian discursos o defienden ideas en público que luego, cuando toca demostrarlo, no lo hacen, de manera que se siguen normalizando comportamientos que evitan que se puedan dar pasos hacia adelante».

«DE BOQUILLA»

«Mucho compromiso de boquilla, pero a la hora de la verdad, en el momento de tomar una decisión, casi siempre sale perjudicada la mujer», afirma Jesús Gumiel (56 años), presidente de Cocemfe Badajoz (Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica). Gumiel, que trabaja con un colectivo vulnerable, pone un ejemplo claro: «Hay un bloque donde un vecino necesita una rampa para salir a la calle porque va en silla de ruedas, pues siempre hay otros que se oponen a que pueda tener mejor calidad de vida. Con los derechos de las mujeres pasa lo mismo... En realidad son hábitos de conducta que al final perjudican al más débil».

También hace autocrítica: «Si cuando estamos en un bar y escuchamos una broma machista o un comentario de mal gusto nos callamos, hacemos mal, porque nos convertimos en cómplices. Tenemos que intervenir, implicarnos».

En cuanto al ámbito laboral, él defiende que siempre son las mujeres quienes le demuestran un mayor grado de profesionalidad y compromiso.

«TIENE UN GENIO...»

Cuenta que ha vivido un caso cercano a la familia en el que había, dice, una situación de esclavitud en la que ni siquiera los protagonistas se estaban dando cuenta. «La he podido observar durante años, todos hemos sido testigos», asegura. Pero añade que la actitud de quienes presencian una situación así es de no tener ningún tipo de reacción porque todo se va normalizando: «Y es que no puedo buscar culpables», incide. Quien se expresa es Miguel Ángel Ruiz (64 años), que fue director del 112 en Extremadura y ahora sigue trabajando como médico.

No osbtante, Ruiz también pide más pasos al frente por parte de ellas: «Hay patrones de conducta como que si un hijo le dice a su madre que le ponga la comida, ni se lo piensa; si se lo dice una hija, le contesta que lo haga ella».

Aunque tiene claro que el problema es mucho más hondo: «Se va alimentando una situación en la que él manda y ella obedece, eso se va metiendo poco a poco en el cerebro y se convierte en lo habitual, en lo aceptado. Y encima se hacen comentarios como: es que él tiene un genio.... No, lo que está ocurriendo tiene un nombre: se llama maltrato psicológico. Y lo que más me asombra es que se da también entre adolescentes».