Incluso en el pan. La subida de precios no ha sido condescendiente ni con los productos más básicos. Carnes, verduras u hortalizas, da igual. Ni siquiera los periódicos se han librado. "Todo está por las nubes y luego quieren que sigamos con la dieta mediterránea", advierte María a la puerta de un supermercado cacereño. Ella, como estudiante, asegura que la tendencia inflacionista sí se deja notar en el monedero, aunque señala que "la verdadera subida de precios la sufrí yo cuando me emancipé".

Un poco más allá, otra María, en esta ocasión jubilada, afirma que el dinero cada día rinde menos y "luego no suben nada la paga". Pero ella tiene claro quién es el responsable: el euro, "menuda pata metieron con el cambio de moneda".

En líneas generales los consumidores afirman que el incremento de precios se percibe rápidamente, con tan solo bajar al comercio. Sin embargo, también hay voces discordantes, como la de José Miguel, un estudiante canario que asegura que "todo sigue más o menos igual, con precios similares". Para él, lo importante es saber salir a comprar, "porque las grandes diferencias están entre los supermercados; hay que comparar y elegir". Lo tiene claro y no muestra reticencias en desvelar su secreto: "Yo siempre voy al mercadillo de los miércoles, allí siempre encuentro todo más barato".