Doce años después, la Audiencia Nacional juzga el caso de Alfonso Morcillo Calero. Sargento de la policía municipal de San Sebastián, este extremeño, natural de Badajoz y enterrado en Medellín --localidad de la que es su viuda Cati Romero--, fue asesinado en Lasarte (Guipúzcoa) el 15 de diciembre de 1994, a los 40 años de edad. Era padre de dos niñas.

A pocos días de las fiestas navideñas, el sargento de la Policía Municipal de San Sebastián abandonó su domicilio a primera hora de la mañana para dirigirse al trabajo, a pesar de que aquél era su primer día de vacaciones. A la salida del portal, le aguardaba un miembro del comando Donosti . Eran las ocho y cuarto de la mañana. Un encapuchado le arrebató su vida de un disparó a la cabeza. Morcillo trabajó como policía en San Sebastián durante 17 años. El alcalde de la ciudad, Odón Elorza, visitó su tumba días después de sus funeral.

ETA apenas le había dejado disfrutar de su matrimonio. Tras una etapa en Extremadura, su viuda regresó al País Vasco porque consideraba que su lucha estaba allí, donde su marido había perdido la vida.