Lo hacían Felipe e Ibarra , y ahora también lo hace el PP: la mejor estrategia que puede desarrollar un gobierno cara a la oposición es llevarla siempre con la lengua fuera, que cuando el martes salga a criticar lo que se ha hecho el lunes, ya esté encima de la mesa una nueva propuesta. La atención mediática girará en torno a quien lleva la acción de gobierno y todo lo demás sonará a pasado y caduco. En una sociedad como la de hoy, donde la fugacidad de la actualidad no es de días sino de horas, los resortes y recursos de que dispone todo gobierno lo hacen valedor de una gran ventaja con respecto a sus competidores, sobre todo si se planifican adecuadamente las cosas y se sirven en su justo momento con el condimento apropiado.

No se explica de otra manera que, con la que está cayendo, Monago y su gobierno sigan en pie y superando al resto. La planificación de la acción de gobierno, combinada con las actuaciones del partido en el ámbito social y también del Parlamento, hacen que a estas alturas de la legislatura el PP apenas se haya desgastado y la actuación de la oposición casi pase inadvertida.

Haber planificado como se ha hecho esta semana que el debate sobre el estado de la región se celebre en Extremadura el 6 y 7 de mayo, justo antes del inicio de la campaña electoral europea, y no en junio como es costumbre desde hace varias legislaturas, dice mucho en este sentido. Porque de poco vale patalear y montar la algarabía si la propuesta ya está encima de la mesa y todas las fuerzas políticas van a tener que someterse al calendario del presidente. Aparecer como hizo el PSOE el lunes con un tono bronco de oposición no tiene mucho sentido, entre otras cosas porque muestra una imagen de miedo o debilidad que no le viene nada bien a su candidato. Menos mal que el martes rectificó Guillermo Fernández Vara y se apuntó al talante constructivo diciendo que va a llenar de propuestas el Parlamento.

Es evidente que el PP extremeño pretende explotar a Monago y en su estrategia de ganar de nuevo los comicios en 2015 juega un papel más que fundamental su figura y ese aura de rojo o verso suelto del que se ha hecho valedor. Los populares quieren ver qué imagen refleja su candidato en las elecciones europeas del próximo 25 de mayo y de ahí su maniobra de tratar de regionalizarlas circunscribiendo la pugna al ámbito de Extremadura. El debate sobre el estado de la región ofrece a Monago un escenario mediático de primer orden para presentar balances y lanzar propuestas que le permitan entrar con buen pie en la batalla electoral que se avecina en los siguientes días y, de ahí, dar el salto a la carrera electoral verdadera que tendrá lugar dentro de un año.

Tradicionalmente las elecciones europeas han contado con una escasa participación y muy baja atención mediática. Es más, es norma de uso en los partidos señalar que su resultado no se puede extrapolar al ámbito autonómico o local, fundamentalmente por la amplia abstención que se registra. En los pasados comicios de 2009 votó la mitad del electorado extremeño (la abstención fue del 49,43%) y resultó ganador el PSOE por 20.000 votos de diferencia y 4 puntos porcentuales con respecto al PP. Es por todos reconocido que se trata de unas elecciones en las que votan mayoritariamente las bases, nunca o muy escasamente ese sector independiente que inclina la balanza en uno u otro sentido en las autonómicas o las municipales.

Sin embargo, el PP, y también el PSOE, saben lo que se juegan, entre otras cosas porque contar con una buena base les va a permitir captar apoyos futuros, lo que se traduce en ganar elecciones y gobernar con mayorías holgadas.

Históricamente, el partido que ha contado con mejor base electoral en Extremadura es el PSOE. Su red extendida por toda la geografía regional le da un pulso y una tensión que luego se refleja en los resultados. Sin embargo, es verdad que el PP no ha desaprovechado la oportunidad de esta legislatura de gobierno y con recursos y trabajo en el ámbito rural ha ampliado ostensiblemente su red de partido en la región.

Medirse ahora es lo que toca, o al menos en eso consiste la planificación del PP. La maquinaria está en marcha y el resto de partidos tienen que seguir el ritmo. De lo contrario, se quedarán atrás y puede que cuando quieran rectificar sea demasiado tarde.