Pedro Antonio Duque y Andrea Duque, un matrimonio extremeño afincado en Madrid (controlador aéreo, él; maestra, ella), tuvieron un hijo astronauta en el año 1963, pero entonces ellos no lo supieron. Le llamaron Pedro Francisco y en ese momento nació una leyenda. Pero tampoco pudieron imaginarlo entonces.

Ya en el 2003, su Pedrito es don Pedro Duque, una de las personalidades más insignes de la España del siglo XXI. Se codea con el Rey, Aznar, Bush, Putin... Ha alcanzado el sueño de todo niño: tripular un cohete. Esta semana ha vuelto del espacio, concretamente de la Estación Espacial Internacional, a 400 kilómetros de altura. Un viaje de ida y vuelta en la nave Soyuz . Desde Extremadura, familiares como Manolo, Publio, Angel, que residen en Badajoz, Zafra, Jerez y Feria, han seguido sus hazañas a través de los telediarios y los periódicos. Y han aguantado tópicos. Muchos tópicos. "El nuevo conquistador", decían algunas crónicas.

LOS RECUERDOS DE BADAJOZ

Pero la historia del más extremeño de los astronautas, o mejor dicho la de su padre, comienza el 13 de junio de 1935 en Badajoz. En esa fecha nace Pedro Antonio Duque Reboto. Si los recuerdos de infancia de Machado eran los de un patio de Sevilla, los de Pedro Duque padre, son los de una vieja casa de la pacense calle Vasco Núñez, una céntrica vía que une el paseo de San Francisco con la plaza de Santo Domingo y que hoy, casi 70 años después, ha perdido su carácter residencial y es un importante reducto del comercio local y de grandes firmas de moda como la atrevida Stradivarius .

"Mi familia era de militares del ejército de tierra desde tres o cuatro generaciones atrás. Siempre vivieron en Badajoz. Mis recuerdos son muy vagos, del cuartel de Menacho, pero sobre todo de la calle donde vivíamos, Vasco Núñez", relata.

Eran tiempos difíciles. En plena guerra civil, en Badajoz... Una familia de militares no era quien peor vivía, pero también pasaba sus dificultades. Pedro Duque tuvo cuatro hermanos: Paco, Feli, Miguel Angel e Isabel; los dos últimos de un segundo matrimonio de su padre. "Mi madre murió cuando yo tenía tres años y al poco tiempo mi padre fue destinado a Madrid; allí nos fuimos toda la familia".

Fueron, por tanto, los Duque unos emigrantes extremeños atípicos. En la capital de España de la posguerra, la situación tampoco estaba para tirar cohetes y cada cual salía adelante como podía. Más trabajo que en Extremadura, desde luego había.

Pedro estudió bachiller y posteriormente Ingeniería de Montes, todo un logro para un extremeño de su generación. Y terminó siendo un hombre hecho a sí mismo. Tras unas fallidas oposiciones para un banco, Duque Reboto terminó sacando en la década de los sesenta las de controlador aéreo. Como se decía en tiempos, quedó bien colocado. Desde el Centro de Control Aéreo de Madrid, supervisaba el tráfico aéreo de la capital de España, Barcelona y Sevilla.

Y acabó casándose con una prima hermana, Andrea, también nacida en Badajoz, aunque en su caso apenas vivió diez días en la ciudad. "Es maestra y ejerció durante mucho tiempo en Mallorca; allí nos conocimos", recuerda con nostalgia.

El matrimonio terminó viviendo en el barrio madrileño de Simancas. Allí nació Pedro Francisco Duque Duque el 14 de marzo de 1963. "Los periódicos nacionales siempre cuentan que vio la luz en el barrio obrero de San Blas porque queda mejor, pero nada de eso". Pedrito tuvo un hermano, Carlos. Si el primero ha terminado siendo astronauta, el segundo siguió fielmente los pasos del padre para ejercer de controlador aéreo.

Con cierta pena, Pedro padre reconoce lo despegado que ha vivido la familia de Extremadura durante los últimos cuarenta años. "Pedro y Carlos han viajado poco a Extremadura, yo sí que he vuelto siempre por cuestiones familiares y por placer: estoy enamorado de Cáceres, Guadalupe, de los campos de Extremadura, en general".

Desde la distancia, pero conociendo la ciudad, asegura que "Badajoz sigue dando algo de pena; el centro es algo triste, deslabazado... se ha hecho mucho, pero desde fuera da la sensación de que queda mucho más por hacer".

Ahora la gran ilusión de Pedro son sus nietos. "Estoy un poco harto de hablar siempre de mi hijo con la prensa, me siendo orgulloso de él, pero contar siempre lo mismo...", se queja. Durante la conversación con EL PERIODICO, pelea con su nieto Santi, que intenta ver a su famoso tío en internet. Son las cinco de la tarde y los dos están enganchados a la página web de la Agencia Espacial Europea para conocer las últimas noticias sobre la misión Cervantes , que ha durado diez días.

"Precisamente una de las cosas que más me llaman la atención de Extremadura es la apuesta que está haciendo por el software libre Linex; hay que apoyar la tecnología porque es lo que hace que la región tire para arriba", advierte Pedro.

Pero volvamos a la vida y milagros de la familia Duque en los 60. El padre recuerda que el hoy astronauta era un niño extremadamente aplicado, curioso y, por qué no decirlo, algo testarudo. En una familia acomodada como los Duque, Pedro no pasó excesivas dificultades y tanto su niñez como su adolescencia transcurrieron sin estrecheces.

Con el tiempo, el cosmonauta ha desarrollado una gran afición por el buceo, la natación, el ciclismo y la lectura.

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