EL PERIODICO EXTREMADURA publicaba en su edición del domingo, como primicia, la noticia de que la Nueva Enciclopedia Temática del Estudiante , de Ediciones Rueda, tilda a Extremadura como subdesarrollada, pobre y extrema. Una información que latió, como un resorte y un vendaval en el alma de todos los lectores del periódico.

Ya está levantada, otra vez, gratuita y de forma estúpida, una polémica que no se ajusta para nada con la realidad de los tiempos, de inquietud, de anhelos y, fundamentalmente, de iniciativas y plenos de entusiastas emprendedores, de realizaciones y progreso en los campos de la nueva Extremadura. La indignación y las críticas que se registraron, entre los comentarios del periódico, aunque había para todos los gustos, caminaban más bien por el sendero del dolor, de la injusticia, de la falsedad y del desconocimiento de los autores.

Enciclopedias de la basura y de tratadistas carentes de rigor, que se lanzan a tumba abierta por unas claves que desconocen, y que no han mamado, aquí, a tierra firme de Extremadura, el caldo de cultivo, claro que sí, de la crudeza y los inveterados sacrificios de tantas generaciones para posibilitar las vías del desarrollo, en que se encuentra incrustada la comunidad autónoma extremeña.

Una comunidad que ha encontrado hace años, el abandono y la salida de las históricas páginas del atraso secular, de este honrado pueblo, a golpe de generosidad, de sacrificios, de carencias, de privaciones, de austeridad, de sudores y de la más firme constancia y empeño de muchos hombres y mujeres que se han ido dejando la piel en el camino.

El subdesarrollo de Ediciones Rueda, por utilizar una de sus definiciones, tan desconocedor de la realidad de Extremadura, nos llega más hondo porque además de la falsedad, los autores utilizan esa difícil tribuna de una editorial escolar para merodear y hurgar, sin escrúpulos, por la conciencia de los estudiantes que memorizan lo que aprenden, como uno recitaba, de pequeño y de carrerilla, los hijos los hijos de Jacob.

La pobreza de Ediciones Rueda, por hacer uso de otra de sus definiciones, resulta tan lastimosa que sus autores acuden a referencias ancladas en tiempos ya olvidados para ganar unos euros de la misericordia de quienes se vean obligados a comprar un texto, claro, como ellos, tan pobre y desvaído, tan inocuo.

Y la extrema falta de respeto de Ediciones Rueda, por finalizar con otra de sus definiciones enciclopédicas, plagada de errores, solo se merece la retirada de la publicación, que sus responsables pasen un examen de rigor y conocimientos, ante un tribunal académico de honor, y que sus autores, ganapanes del día a día, se den, en silencio y soledad, una vuelta por la Extremadura que se envuelve entre el progreso, la universidad, las infraestructuras, la modernización, o, sin ir más lejos, las inquietudes empresariales, entre un largísimo cúmulo de ejemplos.

Y, luego, que publiquen un texto de la verdad. Porque Extremadura, hoy, que sepamos, ha experimentado un salto cualitativo tan grande que si Ediciones Rueda paseó por esta Extremadura hace treinta años, por ejemplo, y hoy, es como comparar a la propia Editorial con las primeras imprentas medievales. Incluido, claro, es el aspecto analítico de los autores.

Si además se publican datos tan falsos, por ejemplo, como que el treinta por ciento de la población activa se dedica a la agricultura, cuando en realidad es el diez con seis por ciento, y se manifiesta, sin ningún pudor ni rubor, al modelo latifundista frente a los jornaleros, el crédito de la editorial no cae a los suelos, sino que queda subsumido en el subsuelo de la carencia de los más elementales principios de veracidad, de rigor y de respeto a la propia sensibilidad de la cultura del pueblo extremeño.

Otro elemento más, qué lástima, que, sin lugar a dudas, va a centrar la polémica de algunos francotiradores en campaña electoral.