La orden de desahucio que pesa sobre la vivienda de José María Sanfélix, un conocido vecino emeritense, se hizo efectiva ayer a las diez y cuarto de la mañana. De forma tranquila y sin sobresaltos, Sanfélix abandonaba la casa al tiempo que la familia de su expareja fallecida, que prefiere mantenerse en el anonimato, tomaba posesión del inmueble.

Sanfélix asegura que Arturo O. G., su expareja, le vendió el edificio en mayo de 1997, pero según la parte demandante, "en el contrato de compraventa las firmas están falsificadas, y por algo el juez lo ha declarado nulo". Además, cree que la situación para Sanfélix "no será tan grave", puesto que no residía de forma habitual en la finca, que está abandonada".

La familia del fallecido se muestra "muy ofendida", ya que considera que Sanfélix se ha "cachondeado y reído" de ellos continuamente, y "ni siquiera ha sido capaz de devolver objetos personales de la familia que había en la casa". Sanfélix afirma que aunque los terrenos eran de su pareja, la edificación se pagó con su propio dinero. Versión que desmiente la familia de Arturo, que afirma poseer todos los recibos de la compra de materiales de construcción a nombre de este.

El desahuciado ha denunciado a su procuradora por no haber entregado un recurso a tiempo, negligencia que la sentencia reconoce.