Ni todo es negro ni todo es blanco. Volvemos a la teoría de que el vaso puede verse medio lleno o medio vacío, pero lo cierto y real es que está por la mitad. Porque resulta curioso comprobar los matices que ven uno y otro partido político sobre cualquier cosa según estén en el gobierno o en la oposición.

La presentación esta semana de los Presupuestos Generales de Extremadura para el ejercicio 2015, los cuales se debatirán en el Parlamento regional el próximo día 31, han dado para todo, porque si el Ejecutivo necesita unas cuentas expansivas para afrontar de forma solvente una salida de la legislatura y está convencido de que el escenario económico que viene le favorece, la oposición casi ha llegado a calificarlas de temerarias al basar sus planteamientos en criterios tan optimistas como irreales. Parecieran unos y otros la cara A y B de una misma realidad, en la seguridad de que cambiarían sus discursos si las urnas les hubieran otorgado un papel distinto al que tienen concedido.

Monago y su gente están convencidos de que su gestión es la acertada. Que después de contener el déficit desbocado que se encontraron al inicio de la legislatura, que es verdad, han conseguido domarlo, que también es verdad. Ahora piensan que tras vivir un periodo de calma, donde han cogido las riendas de la economía regional, están preparados para el galope.

Este gobierno parte del planteamiento de que, a menor intervención, más rédito. Y de ahí su actuación, propiciando bajadas de impuestos a fin de recaudar más. No en vano, el descenso impositivo que realizó en 2013 ha provocado un crecimiento del 31% en la recaudación. Puede que hayan influido otros factores, pero es un hecho que el efecto se ha producido.

Un presupuesto restrictivo habría ido en contra del planteamiento que ha defendido toda la legislatura. Si este Gobierno hubiera presentado unas cuentas a la baja no habría respondido a las expectativas generadas al principio del mandato cuando pedía paciencia con los recortes y los ajustes a cambio de un futuro de inversiones. Es más, me atrevería de decir que habría acarreado desde la oposición críticas pero en sentido contrario a las de ahora, de agotamiento y clara asintonía con los deseos de los ciudadanos.

Ante un comportamiento de la economía donde no queda claro si salimos de la crisis o entramos en una nueva recesión caben dos posturas: apostar por inyectar gasolina a la maquinaria o reservarla por si vienen mal dadas. A la vista de las cuentas, habrá que decir que el Gobierno ha optado por lo primero porque presentar un Presupuesto con una subida del 6,8% es jugar fuerte, y apuntar que el crecimiento económico regional del año que viene va a ser del 2,3% del PIB es apostar más fuerte aún. Pero habrá que decir también que arriesgando se puede ganar, siendo comedido sólo se sobrevive.

El futuro que nos espera no es el de Alicia en el País de las Maravillas, pero tampoco el de Cien años de Soledad. Las cuentas públicas extremeñas deben acudir a Madrid y pasar el filtro de Hacienda, cuyos técnicos asesoran desde el origen en su confección. Resulta curioso comprobar que muchas de las críticas que ahora hace el PSOE a las "trampas" que dicen del presupuesto, también eran cometidas por ellos hace sólo una legislatura. Porque meter venta de patrimonio para ganar ingresos no es nuevo como tampoco lo es incluir cobro de deuda histórica. Si Madrid me deja es factible, decían antes y también dicen ahora.

A partir de este momento empieza la negociación, tarea ardua y difícil. El PP, con 32 diputados, tiene mayoría simple en el Parlamento y necesita cuanto menos de la abstención de uno de los grupos de la oposición. Si el PSOE, con 28 escaños, ya ha dicho que presentará una enmienda a la totalidad y la ha ofrecido incluso al resto de fuerzas políticas, se puede decir que la pelota está en el tejado de Izquierda Unida (3 diputados) y los Regionalistas del PREX-CREX (2 diputados).

Da comienzo el último baile de la legislatura y la música ya está sonando, aunque de fondo se escuche mucho ruido electoral. Y es que tocarle una melodía alegre al Gobierno a siete meses de unas elecciones es darle mucho empuje, mejor desafinar y aguar la fiesta que dirán algunos.