La multinacional petrolera portuguesa Galp y Caja de Extremadura, liderando un grupo de entidades financieras, se perfilan como los socios tecnológico y financiero, respectivamente, del industrial jerezano Alfonso Gallardo para poner en marcha una refinería en Mérida, según han confirmado a EL PERIODICO fuentes cercanas a la operación.

Además, la caja extremeña, que tomaría una participación inferior al 5%, no estaría sola en la financiación de este proyecto, que necesita una inversión superior a los 900 millones de euros, la segunda mayor de la historia moderna de Extremadura tras la nuclear de Almaraz, sino que contaría con la participación de otras entidades, entre las que se perfila como principal opción la poderosa Caja Madrid.

En el caso de Galp, que ya tiene presencia en el mercado extremeño a través de 16 gasolineras, la distribución de gas butano a domicilio y, desde hace unos meses, el servicio de gasóleo para calefacción, su implicación en el proyecto forma parte de la estrategia de expansión en España que está llevando a cabo la compañía, y que va en paralelo al proceso gradual de privatización, con la retirada paulatina del accionariado del Gobierno portugués, que ya sólo posee el 29% de la empresa.

La entrada de Galp, que lleva meses gestándose, en este proyecto podría hacer cambiar algunas de los planteamientos iniciales, ya que podría no ser necesaria la conexión por oleoducto con Huelva, cuyo coste ronda los 54 millones de euros, y optar por la unión con el puerto luso de Sines, adaptado para recibir petroleros de gran tonelaje, y donde, además, la multinacional portuguesa cuenta con su segunda refinería (la otra está en Oporto).

Otra variable que se maneja, como añadido a la operación, es que la iniciativa de Gallardo y Galp vaya más allá, y acudir a la compra de las estaciones de servicio que la multinacional Shell tiene en España y Portugal, dado que esta firma ha decidido abandonar el mercado ibérico de combustibles. En este mercado, Shell posee 305 gasolineras en suelo español (tres de ellas ubicadas en Extremadura), y 237 en territorio luso, entrando de lleno en el mercado de los combustibles desde su primera fase, la del refino, hasta la última, de venta al consumidor.

EXCESO DE DEMANDA Según los promotores de la refinería extremeña, este es el momento más idóneo para poner en marcha un proyecto de estas características, dado que el crecimiento del consumo de hidrocarburos en los últimos años ha hecho que las refinerías existentes en el país se hayan quedado pequeñas, de manera que la demanda de derivados del petróleo supera a la oferta en un 20%.

En este momento, la diferencia es de unos 12 millones de toneladas, lo que abre mercado para, al menos, una refinería de tamaño medio-alto, como la de Castellón, con capacidad para producir 6 millones de toneladas por año. La viabilidad del plan también se asienta en el hecho de que el refino produce unos elevados márgenes de beneficio, que alcanzan, según los datos de la memoria del proyecto, los tres dólares por barril de petróleo, esto es, casi dos céntimos de dólar por litro.