La noche del pasado domingo 17 de septiembre el titular de una explotación ganadera ubicada en el término municipal de Villagonzalo alertó a la Guardia Civil después de detectar la presencia de varias personas en el interior de la finca. Cuando los agentes llegaron, encontraron a tres vecinos de La Zarza con seis corderos preparados para su transporte en un turismo. Ellos han sido los tres últimos de los más de cuarenta detenidos por la Guardia Civil desde enero del 2015 por la sustracción de ganado. En este tiempo, se han recuperado 230 animales y 65 colmenas.

La mayor parte del ganado retornado fue ovino, que es el que más frecuentemente se sustrae, con 198 ovejas y 7 borregos. Además, se devolvieron a sus legítimos dueños 25 cabras. Lo que no aparece en las estadísticas relativas a este periodo es ningún ejemplar de porcino. Por un lado, porque los cerdos son menos dóciles que las ovejas y «hacen mucho más ruido, alertan más», explica Juan José García, cabo primero del Equipo ROCA de Mérida. Por otro, añade, porque también es más difícil reintroducirlos en otras explotaciones, ya que las de porcino, en especial las de ibérico, «están más controladas».

Tanto las explotaciones grandes como las de menor tamaño pueden ser objetivo de los ladrones. «Da lo mismo, pueden robar en las de 2.500 cabezas de ganado o en las de doscientas», indica Juan José García. Sí es más frecuente que sean víctimas aquellas que están próximas a carreteras. «Normalmente sacan los animales de la explotación andando y los cargan a un vehículo. Así que, cuanto más próximo puedan dejarlo, es mejor para ellos», añade.

Creados en el 2013, los equipos ROCA son unidades específicas de la Guardia Civil que tienen como finalidad la lucha contra los robos en el campo, tanto en explotaciones agrícolas como ganaderas. El responsable del equipo ubicado en Mérida incide sobre todo en que cuando se produce un robo hay que denunciar con rapidez. «El problema de las denuncias es que la mayor parte de las ocasiones las presentan tarde, por lo que la labor de investigación se complica mucho. Se llega a denunciar siete u ocho días después, con lo cual, si el ganado se mueve de una provincia, a otra ya es difícil su localización».

Por contra, cuando se denuncia con celeridad las probabilidades de recuperar los animales son mucho mayores. Pone como ejemplo de ello uno de los hurtos resueltos por este equipo ROCA. Realizado por la noche «a las ocho de la mañana» ya estaba denunciado, lo que permitió coger a los autores justo «cuando falsificaban los crotales del ganado y estaban haciendo unas guías de origen para trasladar los animales a otra provincia». Esa vez, la prueba definitiva de que eran los animales buscados se hizo mediante el ahijamiento. «Tuvimos que traer a las madres de los borregos, que fueron a amamantarse hacia ellas, con lo que quedó completamente acreditada su procedencia».

El otro consejo que recalca este cabo primero de la Guardia Civil es el de que se marque el ganado. «Es lo principal. Cuando comienzan a parir las ovejas, hacemos visitas a los ganaderos para informarles. Les recomendamos que, cuando nazcan los borregos, los marquen con pintura indeleble». En este sentido, recuerda, «los borregos, hasta los seis meses no tienen que tener el bolo ruminal», así que si los sustraen y no están convenientemente marcados, basta con quitarles el crotal de su oreja y ponerles el de otra explotación.

Si se produce un robo, señala, lo primero que hacen los agentes al llegar a la explotación es una inspección ocular para comprobar, entre otros aspectos, si ha habido automóviles implicados —«Hacemos fotos de todas las huellas de calzado y de vehículos», aclara— o si se ha forzado alguna entrada. También se llevan a cabo entrevistas con otros ganaderos de la zona para saber si han visto algo fuera de lo normal, y se piden datos a los servicios veterinarios de la Junta de Extremadura para ver si el ganado se da de alta en otra explotación.

En cuanto al perfil de quien realiza la sustracción, indica que «hay varios tipos: gente que simplemente se lleva dos borregos para una caldereta, pero también quien hurta el ganado para venderlo a otras explotaciones». De hecho, muchos de los animales recuperados se acabaron localizando en explotaciones de la misma localidad en la que sucedió el robo o muy cercanas a ella. «Normalmente hay un intermediario que roba los animales y se los ofrece al ganadero, a lo mejor incluso como si fueran suyos propios, a un precio bastante inferior al de mercado», indica García. En cualquier caso, puntualiza, «la inmensa mayoría de los ganaderos son legales y no quieren complicarse comprando animales robados».

«Un cordero lo puede coger cualquiera para comérselo pero si coges 40 o 50 ovejas, haga el robo quien lo haga, acabará en otra explotación», coincide Antonio Prieto, responsable de Ganadería de UPA-UCE. A su juicio, «más que en las explotaciones es en las carreteras donde hay que mantener el mayor control, «sobre todo en la raya con Portugal», para impedir que los animales pasen la frontera. «Ese es el momento en el que puedes cogerlos. Si pasan unos días, ya es muy difícil, porque los animales estarán integrados en otra explotación. O los pillas en el camino o es muy complicado», arguye. En este sentido, remarca que muchos de los animales sustraídos no llegan a recuperarse. «El trabajo que hace la Guardia Civil es fabuloso, y le hemos dado más de una vez la enhorabuena públicamente, pero seguimos creyendo que hacen falta más medios humanos y materiales para controlar lo que pasa en el campo», esgrime.