S e han sentido malas madres. Se han culpado por el daño que ha llegado a sus hijos. El machaque, la violencia, induce vulnerabilidad. E indefensión. Les da miedo buscar trabajo, tener su propio hogar, desenvolverse en su entorno, al fin y al cabo, afrontar el día a día. Pero de alguna manera vuelven a tener ganas de vivir. «Cuando llegan aquí ya han empezado a estar tranquilas. Confían en que les rodea un entorno saludable, protector. Son conscientes de que han recuperado algunas competencias y quieren ponerlas en práctica». Así lo transmite María del Mar García Fernández, jefa de Contrataciones y Personal del Instituto de la Mujer de Extremadura (Imex). Ella está al frente del equipo técnico y social que atiende a las víctimas de la violencia machista con el objetivo de conseguir su recuperación integral. Y dentro del programa, desde este verano la región cuenta con un nuevo recurso que funciona como paso intermedio para que la mujer pueda lograr su independencia: los apartamentos de estancia temporal. En ellos habitan cuando, como describe García Fernández, han empezado a recobrar las fuerzas.

Extremadura debería contar ya con 22 de estos pisos tutelados, pero de momento solo funcionan los seis de Cáceres (ubicados en el entorno de la Casa de la Mujer) y los seis de Plasencia (construidos dentro del recinto del centro de menores de Valcorchero). Los diez de Badajoz (también junto a la nueva Casa de la Mujer) aún no pueden utilizarse.

Todas las viviendas de Cáceres se encuentran ya ocupadas, lo que evidencia la necesidad de este recurso. La primera fue el 17 de julio. Y en Plasencia hay dos habitadas y otra más que está a punto. «En una también viven los hijos, en la otra no porque la mujer es más mayor, 54 años», indica García Fernández.

EL DÍA A DÍA / ¿Cómo es la vida en estos apartamentos? «Los pisos ofrecen un contexto en el que ellas pueden autogestionarse, tener una rutina diaria. Algo tan básico como, por ejemplo, cocinar. Pueden hacer vida normal en un ambiente en el que están a solas con sus hijos y no hay violencia», subraya.

Porque muchas veces esos menores no conocen otra realidad, no saben qué significa una infancia sin agresiones, y necesitan aprenderla.

«La diferencia con respecto a la Casa de la Mujer -continúa- en que en ésta se hace una acogida de urgencia, de manera que muchas veces han de compartir habitación con otras familias que están sufriendo una situación muy similar. Los apartamentos tutelados permiten la independencia a cada núcleo. No son para urgencias, sino que se plantean como el paso intermedio que necesitan para volver a ser dueñas de su vida, y para que no exista el miedo».

RIESGO, ECONOMÍA / Es el equipo técnico (dos psicólogas, dos trabajadoras sociales y una educadora social) el que estudia cada caso y propone a la mujer la estancia temporal. Se tiene en cuenta el nivel de riesgo, la situación económica... «Es básicamente por criterio de necesidad».

Una veces este equipo se desplaza a los apartamentos, otras veces son sus inquilinas quienes acuden a la Casa de la Mujer para continuar con la red de asistencia. «Ellas saben que los profesionales están siempre ahí, por si se producen momentos de debilidad». Los gastos de agua y luz son un recurso gratuito a través del Imex. Además disponen de la ayuda económica de la Junta para víctimas de los malos tratos.

«Pero no hay que confundirlo con viviendas sociales. Desde aquí también se les ayuda a acceder a una de ellas, para las que cuentan con preferencia. Pero hay que dejar claro que no tiene nada que ver un recurso con el otro».

BÚSQUEDA DE EMPLEO / Aunque disponen de libertad absoluta para entrar y salir de estos pisos, sí que existen ciertas condiciones como por ejemplo no recibir visitas de hombres que no sean del entorno familiar.

Otro requisito indispensable es comprometerse a seguir un itinerario de inserción sociolaboral, puesto que el obtener un trabajo -en las mejores condiciones posibles- supone un gran impulso en el proceso de recuperación.

Si logran un empleo, se considera que ya pueden acceder a su independencia completa, aunque no es una condición indispensable. «Cada situación tiene sus peculiaridades y no siempre está ligada una cosa a la otra».

En general, la estancia temporal está pensada para un máximo de nueve meses, incluido el periodo de adaptación, que son 30 días. Pero en algunos casos la permanencia en los apartamentos se puede ampliar hasta el año completo. Teniendo en cuenta que el programa se inició este verano, aún no existe ningún caso en que se haya dejado el apartamento.

EJERCER DE NUEVO / «Las mujeres que viven situaciones de violencia tienen las competencias personales y las habilidades sociales mermadas. Desde aquí se trabaja mucho en esas cuestiones. Por eso es tan importante que vuelvan a recuperar su papel de madre, que lo tienen totalmente borrado, en un entorno en que sus hijos sienten que hay tranquilidad, que están seguros. Yo siempre les digo que han sido estupendas porque han sabido proteger a los niños y evitar que la violencia se extendiera aún más, que ellas son grandes figuras protectoras y supervivientes. Casi nunca pueda evitar la culpabilidad, y contra eso también se trabaja».

Para la jefa de Contrataciones y Personal del Imex, la puesta en marcha de este recurso significa contar al fin -como ya existe en otras comunidades autónomas- con una «estructura más que necesaria para que las mujeres víctimas del maltrato aprendan a cómo volver al mundo sin miedo, que tengan las herramientas suficientes para saber cómo afrontar la vida».

«Yo siempre les digo: las malas situaciones están ahí, y lo importante no es quedarse en por qué entraste en ellas, sino cómo vas a salir».