Todas las etnias, especialmente las que son minoría en la zona kosovar, muestran públicamente su respaldo y agradecimiento al trabajo que desarrolla el Ejército en la municipalidad de Istok. Pero hay una gran diferencia, las minorías rezan para que, al menos de momento, las tropas no abandonen la zona.

El Ejército español, concretamente la Legión, se desplegó en Kosovo en 1999. Han pasado siete años desde entonces y el trabajo de las tropas han dejado una profunda huella en una tierra marcada a sangre y fuego. Y no ha sido sólo porque sean ellos los que distribuyan las ayudas de la Organizaciones No Gubernamentales, ni tampoco porque sean los mismos soldados los que recauden fondos para ayudar a los más necesitados, ni siquiera porque hayan desarrollado el programa Cervantes, que abre la puerta a una vida mejor para los más pequeños.

Es algo diferente, hasta el punto de que algo de España quedará para siempre en Kosovo, por mucho tiempo que pase y sea cual sea el camino político de esta zona. No en vano hay niños con camisetas heredadas de tropas españolas, pequeños que hablan castellano, tiendas que venden camisetas con los escudos de las diferentes agrupaciones que han pasado por Kosovo e incluso una escuela serbia llamada Legión Española.

Es el caso por ejemplo de Liridon Lipa, un profesor y periodista albanés que trabaja en Radio Fontana y en varios centros educativos. Lipa, un joven de 23 años que perdió dos hermanas en la guerra, es un gran aficionado a la música y ha compuesto una canción titulada Gracias Kfor España . Este docente y estrella de las ondas albanesas destaca la gran labor que han desarrollado las tropas, aunque se muestra convencido de que el país debe pasar página y seguir adelante por su propio camino.

Esa opinión no es compartida por las minorías étnicas que actualmente conviven en Kosovo y ni siquiera por los políticos que rigen el país. Fadil Ferati es el alcalde albanés de la municipalidad de Istok. Aboga porque las actuales conversaciones que se mantienen en Viena concluyan con la declaración de la República Independiente de Kosovo pero asegura, y así se lo comunicó recientemente al ministro español de Defensa, José Bono, que la presencia de las tropas debería prolongarse hasta que el Estado kosovar se integra en la OTAN.

Más contundentes son los representantes de las minorías. Lush Sukaj es uno de los portavoces de la etnia egipcia en Kosovo y asegura que las cosas han mejorado en los últimos años, pero tiene claro lo que pasará si las tropas españolas abandonan la zona: "Nosotros nos vamos detrás". Todo por el temor al posible abuso de poder de la mayoría albanesa, cuya rabia ya sintieron justo después de la guerra, cuando en una pequeña comunidad de 37 casas sufrieron 4 "desapariciones".

En la misma línea se pronuncian los representantes serbios, que insisten en que toda la comunidad de esta etnia se marcharía inmediatamente después de que se aprobase la república independiente kosovar. Entre otras cosas, porque desde su punto de vista Kosovo sigue perteneciendo a Serbia, e incluso son los fondos procedentes de Belgrado los que sufragan muchas de sus infraestructuras. La madre Antusa, que vive en el monasterio de Gorioc protegida constantemente por un pelotón de tropas extremeñas, incide en este aspecto, y añade: "Por todo lo que han hecho por nosotros, que Dios les ayude".

El cariño del pueblo

Este cariño es fácil de entender. Los militares de la Agrupación Extremadura distribuyen entre los más necesitados la comida que llega procedente de las Organizaciones No Gubernamentales. Pero van más allá y a través de diversas colectas recaudan fondos entre las propias tropas para ayudar a los civiles. A esto se suma que una vez que abandonan la zona de Kosovo muchos de ellos continúan enviando paquetes de ayuda a determinados enclaves, como puede ser el monasterio serbio de Gorioc. Y, por si fuera poco, el centro sanitario de Base España atiende las urgencias sanitarias del entorno, aunque se tiende a que los pacientes kosovares sean tratados por la sanidad local.

Todo esto ha generado incluso una gran dependencia de buena parte de la población civil de Istok. Hay tiendas y restaurantes que dependen de las tropas españolas. Familias que reconocen que subsisten únicamente gracias a la ayuda humanitaria que les entregan los soldados (la tasa de paro entre las minorías es de prácticamente el 100%). Familias serbias cuya supervivencia sólo se explica por la presencia de Base España. Los militares les insisten una y otra vez en que deben acostumbrarse a salir adelante por sus propios medios porque el Ejército español no estará allí para siempre. Pero lo cierto es que, pase lo que pase, el corazón de Kosovo tendrá para siempre un recuerdo de agradecimiento permanente hacia Extremadura.