XLxo primero, quedar constancia que los agricultores y ganaderos somos conservacionistas y más ecologistas que esos que enarbolan banderas de un ecologismo sin sentido, y también somos progresistas y produccionistas; sin que esto último tenga que estar necesariamente reñido con lo anterior, sino unido. El medio ambiente del que hoy disfruta toda la sociedad es fruto del buen hacer de generaciones y generaciones de profesionales del agro que han sabido hacer sostenible el campo extremeño, --sin conocer el significado de esta palabreja--, y de las tradiciones y cultura en materia de agricultura de cada comarca, dándole una idiosincrasia y unas características propia, que hacen de Extremadura una región heterogénea, llena de biodiversidad. Buena prueba de este buen hacer, es lo conocido como dehesa extremeña, que no es otra cosa que un ecosistema artificial creado por el hombre e introducido en nuestro territorio en perfecto equilibrio medioambiental que recibe tantos elogios y parabienes como ecosistema de conservación y de producción.

Y es esta poderosa razón, la que nos obliga a desconfiar de los políticos y del ecologismo de despachos y de sus intenciones, por la falta de sentido común de los primeros y el excesivo celo de los segundos.

Enterados en Asaja de las intenciones de la Junta de Extremadura, camufladas en la Orden de 27 de mayo de 2004, de declarar un total de 17 nuevas zonas ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves), sin consulta previa al Consejo Asesor de Medio Ambiente, ni a las organizaciones agrarias ni a nadie, y de la constitución mediante un decreto déspota, no podemos por menos que poner el grito en el cielo. Desde tiempos de Francisco Castañares en la Dirección General de Medio Ambiente, oír hablar de Medio Ambiente en el agro extremeño se ha convertido en sinónimo de Mal Ambiente .

Es por ello, que pienso sinceramente que Medio Ambiente tiene otras cosas más importantes en otros campos, como investigar y dar solución al grave problema de la seca de encinas y alcornoques, reconocer el trabajo y ayudar a los profesionales del campo en materia de conservación, informar convenientemente a la sociedad o actuar en materia de energías renovables, en vez de dedicarse a acosar y perseguir a los verdaderos sostenedores del medio ambiente, declarando cada una de las actuaciones que emprendamos como de interés público.

No nos oponemos a las declaraciones de nuevas zonas ZEPAS, porque sí, sino que lo hacemos por la mala experiencia sufrida hasta ahora, ya que se nos imponen una serie de irracionales limitaciones y prohibiciones en las actuaciones que cotidiana y tradicionalmente hemos venido realizando, y en la realización de las infraestructuras necesarias para el progreso de nuestras explotaciones. Y porque la pretendida protección de un 80% de la provincia de Cáceres, es excesiva, y va a condicionar desarrollo rural de nuestros pueblos y el abandono de la actividad agraria. No se tiene en cuenta que el progreso, la mecanización, la conservación del medio natural, el mantenimiento de tejido productivo rural. Estas aves protegidas siempre han existido y siempre existirán.

Limitar por limitar genéricamente en una zona o comarca no tiene sentido ni es eficaz, y no compensar las pérdidas de rentas por estas limitaciones es aún peor. Hasta el momento la única compensación para los titulares de explotaciones que se encuentran en ZEPAS o ZECs es de 421.000 euros que a 6.000 euros por explotación suponen 70 explotaciones, ¿el resto qué?

La nueva declaración de zonas ZEPAS obedece, como siempre a la premura de la Junta de Extremadura. Quiero hacer un llamamiento al sentido común, al diálogo y al talante, para que las limitaciones y prohibiciones que se impongan a la agricultura y ganadería en zonas ZEPA o ZEC no sean, en ningún caso, superiores a las que imponga la eco-condicionalidad de Unión Europea en la nueva reforma de la Política Agraria Comunitaria.

*Presidente de Asaja Extremadura