Actor eminentemente teatral, protagoniza ´Una verdad inesperada´ en Plasencia. En televisión acaba de estrenar la serie de intriga ´Círculo rojo´, en Antena 3

Si se descuentan los primeros años de su vida, Jaime Blanch (1940) lleva cerca de 60 años actuando. A los once, un productor le propuso hacer cine y ya no lo dejó. Esta noche, en Plasencia, será Michael Starwedder, un hombre perdido en la carretera, que llega a una casa en la que se ha cometido un asesinato. La obra de Agatha Christie es la segunda que interpreta Blanch tras La ratonera . Junto a él intervienen Charo Soriano, Tomás Sáez y Alfonso Torregrosa.

--¿Ha actuado alguna vez sin hablar en el escenario?

--Que yo sepa, no.

--Porque en Una visita inesperada el texto prima sobre todo.

--Esa es la dinámica de Agatha Christie, que se apoya en la palabra, de tal manera que el público va recibiendo en directo los datos sobre el crimen. Por ello es un teatro eminentemente de texto.

--¿Y de Agatha Christie con qué historia se queda?

--Es una obra que no se ha estrenado, Black coffe , el último caso del detective Hercules Poirot. Sopesamos estrenar esta o Una visita inesperada y al final optamos por esta porque la adaptación de aquella no nos gustaba y exigía un mayor número de actores.

--Cuando la televisión se llena de actores de juventud, ¿qué piensa usted?

--Pasaba lo mismo en mi época. Son necesarios porque van a ocupar el puesto que ocupamos yo mismo o Emilio Gutiérrez Caba. No los veo como competidores.

--Ahora le reclaman para una serie televisiva, Círculo rojo , y ya han salido los primeros resultados de audiencia.

--El público, dicen, es soberano; pero parece que esta vez se lo han tomado en serio y determinan el destino de las series; pero de ahí a que tenga razón... Primero debería ser respetable y después soberano.

--¿Cuántas funciones hace a la semana?

--Dos funciones esta semana. Cuando era joven llegué a hacer 14, dos diarias, siete días a la semana. Cuando se produjo la huelga de actores en 1975 hubo palos, listas negras, pero conseguimos que hubiera una función diaria. Así que cuando trabajo en Madrid hago siete.

--¿Y el resto del tiempo?

--Hago de Jaime Blanch, es decir, a pasear por el campo, donde vivo, a hablar con mis amigos, a leer o a ver la televisión.

--Los teatros habrán cambiado tanto que ya no se acuerda de los de los años 60.

--Creo que en los 90, la política de recuperar teatros se hizo bien, se remodelaron muchos y los hay estupendos; los peores, para vergüenza de los capitalinos, se encuentran en Madrid.

--Y en la programación siguen conviviendo Agatha Cristie y Koltés.

--Bueno, el teatro es reflejo de su época, y ha habido grandes épocas, por ejemplo, cuando José Luis Alonso de Santos dirigía el Teatro María Guerrero y estrenó a Ionesco, a Beckett, algo impensable mientras vivía Franco. Ahora convive todo el espectro de la cultura. Tiene que haber de todo: La Cabra , que es uno de los mejores espectáculos que he visto últimamente, y Lina Morgan o Concha Velasco. Eso es una programación coherente.