Extremadura le ha visto los cuernos al toro esta semana. También el resto del país. Mas ha llevado a la plaza de Madrid el astado que José Antonio Monago dijo que debía volver a los corrales. Quería el President las dos orejas y el rabo con su Pacto Fiscal y al final en vez de en Las Ventas, Mas ha terminado en el Bernabéu en lo que parece un nuevo caso Cristiano Ronaldo, pero 'a lo catalán'.

Artur Mas está triste. Salió así de su reunión con Mariano Rajoy. Llegaba a Moncloa como el niño que regresa a casa del colegio con varios 'Necesita Mejorar' en sus notas, pero le echa la culpa al profesor porque le tiene manía. No ha elegido buen momento para pedir dinero. Imagínense a ese niño, ya en casa con las notas, y encima pidiéndole a sus padres que le suban la paga semanal y que si no, se va de casa.

En esas estamos ahora. Mas parece no haber hecho los deberes en Economía y piensa estos días si pedir 'reválida' con elecciones anticipadas mientras sus amigos de clase le animan. Clases que ya han empezado en Extremadura y que tienen a nuestros políticos enfrascados en un debate educativo que el jueves llevó al veterano diputado socialista Luciano Fernández a 'homenajear' a Labordeta con un "a la mierda" --algo parecido a lo que debió de decirle Rajoy al pacto fiscal de Mas--.

Frase similar ha dedicado esta semana Esperanza Aguirre a la política. Dimitía como presidenta de la Comunidad de Madrid. Decía que lo tenía pensado desde hace mucho tiempo, pero ha cogido con el pie cambiado a todos. ¿Razones personales o políticas? Ahora se convierte en la funcionaria Aguirre y 'sufrirá' sus propios ajustes, entre otras cosas, la pérdida de los días moscosos o la paga extra de Navidad.

Navidad que ya no pasará entre nosotros Santiago Carrillo. El corazón rojo del histórico líder comunista se paraba en medio de una siesta y decía adiós, sin despedirse. Fumador hasta los 97 años con los que se ha ido, decía entender los perjuicios del tabaco y estaba convencido de que él era la excepción que cumplía la regla.

Carrillo en Don Benito

Confesaba Carrillo hace unos meses haber conocido bien Extremadura durante los años 30 cuando ejercía de periodista siguiendo a Largo Caballero en varios mítines en Don Benito y otras localidades de las Vegas Altas. Recordaba "una gran sensibilidad política y una gran lucidez de los trabajadores extremeños" y decía conocer menos a la actual Extremadura.

Carrillo ha pasado a la historia por renunciar a parte de sus ideales en la España de la Transición en una época en la que la democracia aún necesitaba pañales. Es lo que algunos han llamado el 'espíritu Carrillo'. Espíritu que, salvando las muchas diferencias, se ha invocado, tímidamente, esta semana en Extremadura.

El pasado martes se reunían los tres líderes extremeños: José Antonio Monago, Guillermo Fernández Vara y Pedro Escobar. Eso sí, por separado. Doble reunión Gobierno-oposición que deja aún muchas dudas sobre las cuentas de Extremadura para 2013. Primero, porque según PSOE e IU, Monago llegó sin papeles, sin números que debatir y por tanto así es difícil llegar a acuerdos y segundo porque tras la reunión, empezaba a escucharse ya aquello de 'enmienda a la totalidad'.

Por tanto no queda nada claro si ha habido o no acercamiento o si podrán, algo poco frecuente, ponerse de acuerdo los tres partidos extremeños. Más allá de acuerdos, la pregunta que asaltará ahora a algunos de ustedes es si el próximo año tendrán que seguir apretándose el cinturón. Lamentablemente, y dado que Hacienda seguirá exigiendo a las comunidades en 2013 bajar aún más el déficit, se antoja difícil que cuadren ingresos y gastos sin esfuerzos adicionales.

Monago asegura que su intención es no subir impuestos en las próximas cuentas, mientras la oposición pone la línea roja en los recortes sociales. Antes del 15 de octubre los números tendrán que estar en el parlamento y los partidos, ya con papeles y quien sabe si con todos sentados en torno a una misma mesa, tendrán hasta finales de año para ponerse de acuerdo.

Para controlar el déficit, Extremadura, tendrá que atravesar un charco que lleva formándose desde julio en nuestro camino: el decreto estatal que permite a las eléctricas trasladar a nuestras facturas de la luz la ecotasa. Se trata de un impuesto por impacto medioambiental que desde hace años Extremadura cobra a las empresas por producir energía en la región.

Esta semana desde el parlamento han construido un puente para cruzar ese charco. Han acudido al Constitucional. Un tribunal que, por cierto, ya trasladó a nuestros bolsillos ese impuesto en 2006. La Junta tuvo que devolver a las eléctricas de sus arcas más de 200 millones de euros por haber cobrado el impuesto durante una década. A las grandes empresas nunca se les apaga la bombilla.