Llovía en el campo allá por el año 1938 y quizá pocos lo recuerden pero ya entonces nuestros ganaderos y agricultores sabían lo que era secarse el sudor de su frente y continuar trabajando. No cabe duda que Extremadura ha sido campo, es campo y será campo. Un campo que supone el motor de la actividad económica de nuestra región. Nadie puede cuestionar la importancia que ha tenido el sector agrario en nuestra historia más reciente y es por ello que nada justifica la dejadez del PSOE que ha imposibilitado durante tantos años dotar a nuestra tierra de normas modernas y eficaces que impulsen el desarrollo de la investigación y la innovación en la agricultura.

La llegada de Monago a la Presidencia marca un punto de inflexión en la tierra extremeña. En el PP teníamos claro que debíamos dejar de ser campo para ser campo del siglo XXI. Debíamos dejar de mirar hacia atrás, y hacia ese inmovilismo que se había impregnado en nuestra región, y ponernos en marcha con el llamado Plan Agrotech que se convertiría en el motor del cambio y conseguiría posicionar a Extremadura en un referente en el sector agroalimentario a nivel mundial.

Setenta y cinco años de leyes estatales caducas, tres décadas de gobierno socialista con un modelo agrario anclado en el pasado frente a los cuatro años que han marcado un antes y un después, que han supuesto una verdadera revolución en el ámbito rural y que culminaron ayer en el Parlamento de Extremadura con la aprobación de la Ley Agraria, gracias a la iniciativa del PP y a pesar del voto en contra del PSOE. Una ley que va a destinar el 25% del presupuesto al sector agrario, gobierne quien gobierne. Una ley que abre una nueva esperanza para Extremadura, para el campo y para las 70.000 familias que dependen directamente de éste.

Esta ley no es baladí porque nace del consenso de todos los agentes implicados y va a permitir que nuestro campo e industria agroalimentaria sean más fuertes, va a dar solución a los problemas que hasta ahora se han encontrado los agricultores y ganaderos, va a ser una fuente de riqueza y empleo y va a permitir que el sector sea más competitivo en un mercado cada vez más globalizado.

Una vez más el PSOE, arrastrado por sus intereses electoralistas, ha intentado impedir el progreso en nuestra región. Un PSOE que, a pesar de gustarles la ley, como así reconocen, prefieren rechazarla porque nace del PP, nace del consenso y es buena para Extremadura. Hoy, y a pesar del Partido Socialista, los que hacemos Extremadura hacemos campo y hacemos la vida un poco más justa a nuestros agricultores, a nuestros ganaderos y las miles de familias que forman el tejido rural de la comunidad.