Yo me he criado en Casar de Cáceres, donde mis padres tenían un terrenillo. Ibamos mucho por allí y yo he sido un comedor de dulces del Casar toda la vida. Allí se comían los dulces extremeños típicos del pueblo (perrunillas, roscas bañadas, bolluelas), pero sólo en las fiestas y los velatorios. Cuando iba a haber una boda, se ponían a preparar dulces una semana antes, pero luego se acababan y ya no había más dulces. Salvo en esas dos ocasiones, no se comían dulces. Ahora se consumen todos los días. Antes, la única forma de que no se endurecieran era poniéndoles grasa. Pero se les ponía estupenda aceite de oliva o buena grasa de cerdo bueno. Hoy, a veces, se les pone a los dulces grasa de vete a saber tú qué clase de procedencia.