Fieles a su cita cada tarde-noche del 5 de enero, Sus Majestades los Reyes de Oriente desfilaron por Mérida acompañados por 16 carrozas y 11 pasacalles que llenaron de ilusión las calles que recorrió la comitiva procedente del lejano oriente. En sus enormes sacas portaban regalos e ilusión y muchos, muchos caramelos. Hasta 5.000 kilos repartieron entre los miles de emeritenses que desafiaron al frío y esperaron pacientemente la llegada y el paso de tan real procesión.

Quienes más disfrutaron fueron los niños, pero también entre los mayores se vislumbraba la alegría contagiosa que precede a la noche más mágica del año. La lluvia de los últimos días amenazó hasta el último momento con aguar una fiesta que terminó, como es habitual, en el corazón de la ciudad, la Plaza de España, donde se repartieron los últimos regalos y caramelos.

La lluvia no llegó, pero si lo hizo el frío. La brusca bajada de las temperaturas no desanimó a los asistentes. Los más precavidos, los que acudieron con un paraguas en la mano, no desaprovecharon la oportunidad y, como se puede ver en la imagen que ilustra esta información, lo abrieron pero con una intención muy distinta a la de protegerse de la lluvia. Una vez dado la vuelta, el paraguas se convierte en una buena herramienta para captar caramelos.

La comitiva partió de la urbanización Prointisa, frente a María Auxiliadora. Desde comienzo, por Juan Carlos I, los emeritenses abarrotaron las calles. La comitiva avanzó por la Avenida de Extremadura y la calle Almendralejo, y se aproximó por el Paseo de Roma. Una vez alcanzada la calle Graciano, los Reyes Magos ganaron la Plaza de España a pie.