Todos los emeritenses lo sabían y muchos no quisieron perder la oportunidad de ver a la Reina Letizia de cerca. La monarca asistió ayer en Mérida a la proclamación del premio Fundación Princesa de Girona en la categoría Artes y Letras y a su salida del acto celebrado en el centro cultural Alcazaba pudo llevarse el calor, la simpatía y el abrazo de los emeritenses.

Era poco más de la una y media de la tarde y las señoras que esperaban detrás de las vallas colocadas en la calle John Lennon de la capital autonómica comenzaban a impacientarse porque Doña Letizia no salía. Algunas ni siquiera sabían a ciencia cierta el motivo de la visita, pero se mostraban orgullosas por que la Reina pasara un par de horas en su ciudad. Y finalmente, la espera mereció la pena.

Doña Letizia abandonaba el centro cultural minutos antes de las dos de la tarde acompañada de los aplausos de los asistentes, con una gran sonrisa en el rostro y la palabra «gracias» escrita en los labios para todos los que le tendían la mano y le pedían una foto. «¡Viva la Reina!», «¡Qué guapa!», gritaban.

Pero el paseo hasta la plaza del Rastro fue muy corto y antes de que muchos se dieran cuenta, Doña Letizia ya se había despedido del presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, y el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, y se había montado en el coche para emprender el camino de regreso. «Muy menudita pero muy guapa», comentaban las señoras ya de camino a casa. «Y muy simpática», añadía otra.

Por la mañana, el recibimiento no fue tan numeroso pero también había quien esperaba a Doña Letizia al otro lado de la valla. Eso sí, la entrada fue mucho más rápida y a algunas solo les dio tiempo «a verle los tacones, que eran altísimos». Como punto reivindicativo, una pancarta y gritos que pedían la equiparación salarial para los cuerpos de la policía.