Sería otra. Norba sería otra. Y no el campo de soledad que parece algunos días. Cada mañana, de diario, una caravana de autobuses sale de la plaza de América (Cruz de los Caídos) y de Primo de Rivera (Múltiples) camino del campus, allá abajo, al páramo de El Cuartillo, para dejar por allí a varios miles de universitarios que acuden a Ciencias del Deporte, a Derecho, Letras, Veterinaria, etcétera.

Si esos miles de jóvenes estuviesen en el centro, la ciudad parecería otra. Derecho debería estar donde estuvo otrora; Veterinaria en el Hospital de la Montaña, porque si abren el hospital nuevo, ese ¿para qué?; en el inmenso solar de Magisterio, en la avenida de la Montaña, cabrían Magisterio y Letras. ¿Para qué ese Banco de España, el edificio de Sindicatos, el Gobierno Civil y otros muchos edificios nobles y magníficos, ocupados por cuatro gatos (con perdón)? Todos los funcionarios de la Administración cabrían en el Múltiples, pues nada, dispersión a todo trance.

¿Por qué se fue Medio Ambiente a donde Cristo dio las tres voces y la policía al quinto pino? ¿A qué viene esa manía de alejar los servicios públicos de los ciudadanos? Si un vecino de Nuevo Cáceres tiene que gestionar su licencia de caza ha de atravesar la ciudad entera dos veces. Si uno de Mejostilla necesita ir a la policía, más de lo mismo. Pero no es eso.

Nos fijamos sobre todo en el mundo universitario. ¿Qué hacen esos chicos/as de Empresariales y Turismo ahí medio camuflados en esos cuchitriles que no se ven desde ningún lado, habiendo como hay edificios estupendos en el purito centro vacíos y muertos de tedio?

¿Y los museos? ¡Y dale con los museos! ¿Cuánta gente entra en esos preciosos museos los días ordinarios? ¿Para qué esas formidables mansiones si no es para llenarlas de vida? La vida universitaria trae aparejada vida social: bares, tabernas, comercios, comedores, librerías, etcétera. ¡Los clavos de Cristo! En la avenida de la Montaña queda ya Figueroa (a ver si resiste Alvaro) y por allí cerca Eguiluz y Pléyade (difícil de ver). A este paso... el último mohicano.

¿Chascamos de lo que podía ser Norba Intramuros con sus palacios y mansiones? No, lo dejaremos para otra ocasión. Cada vez que miro "los muros de la patria mía" me acuerdo, con nostalgia, de Nápoles.