Sara --utiliza un nombre ficticio para que no se la reconozca-- tiene una pensión de 900 euros que tras pagar una hipoteca de 800 euros, se le queda "en nada", apunta.

Con esos 100 euros restantes debe hacer frente a los gastos de su vivienda y a las deudas que dice tener. Ella también viene a diario a por alimentos al comedor social de Cáceres para mantener a su familia. Situación que se repite.

El marido de Sara es soldador pero está desempleado y además este mes ha terminado de cobrar el subsidio. Ella no encuentra trabajo y su hija de 19 años de edad tampoco, a pesar de que no para de buscar cualquier cosa, señala apenada porque "no se ha sacado la ESO y eso también le complica entrar en el mercado laboral". Su situación familiar le ha llevado a recurrir al auxilio de las Hijas de la Caridad; "menos mal que alguien nos ayuda". "Nunca imaginé verme así en esta situación", confiesa, "después de tantos años trabajando".