Las emisiones de gases de efecto invernadero en la última década han aumentado a un ritmo anual del 2,2% frente al 1,3% anual del periodo 1970-2000. La liberación de gases entre el 2000 y el 2010 ha sido la mayor de la historia de la humanidad. La incipiente moderación de esa tendencia no ha sido suficiente para compensar las emisiones vinculadas al aumento de la población y la actividad económica. Reducir la emisión de los gases de efecto invernadero que han provocado el cambio climático es posible, e imprescindible, a no ser que, en nombre de un supuesto crecimiento económico se asuma que el planeta avance hacia una debacle medioambiental de cuyas consecuencias catastróficas ya existen precedentes. Así lo advierte el tercer informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), presentado recientemente en Berlín, que cita los cambios radicales que exigirá emprender la dirección reparadora, una transformación que podría limitar en dos grados centígrados el aumento global de la temperatura.

Esa nueva orientación exigiría rebajar antes del 2050 las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero entre un 40% y un 70%, en relación a las de 2010, y propiciar que casi hayan desaparecido a finales del presente siglo.