Monago volvió ayer a ser él mismo y, lejos de defenderse, jugó nuevamente al ataque, su estado natural. Es cierto que el PSOE le dio ventaja, pues en lugar de sacar a la cancha a su primer espada, en este caso Guillermo Fernández Vara, con lo que conllevaba de exposición pública como candidato a las próximas elecciones de mayo, optó por su segundo, Valentín García, lo que provocó una rebaja ostensible del debate, dejando al propio Monago en una posición dominante.

La atención mediática de ayer fue de las más altas que se recuerdan en el Parlamento regional junto a la de la moción de censura de mayo o la de la propia investidura al inicio del mandato con la abstención de Izquierda Unida. Todas las cadenas de televisión nacionales, agencias de prensa, periódicos y emisoras de radio estuvieron presentes y realizaron incluso conexiones toda la jornada. Pero el PSOE debió pensar que para que se hundiera su contrincante se bastaba él solito, no mereciendo la pena gastar munición.

Sin embargo, visto lo visto, la estrategia del PP de alejar la comparecencia del presidente en el Parlamento quince días, retrasando el final de la crisis abierta en su seno, no parece haberle salido mal. Monago señaló con el dedo al enemigo, el PSOE, de quien dijo no tener la certeza pero sí la intuición de haber estado detrás de lo que denominó "una operación de desgaste personal para derribarlo como candidato"; criticó la doble vara de medir del Congreso y el Senado con el acuerdo que han alcanzado la semana pasada en torno a los futuros viajes de sus señorías, el cual se queda muy atrás después de lo que se le ha exigido a él mismo; volvió a sacar los argumentos esgrimidos en sus anteriores comparecencias señalando que se ha vulnerado su presunción de inocencia por tener que demostrar que no es culpable y no al revés; y para concluir, puso encima de la mesa toda una batería de medidas en torno a la transparencia y el buen gobierno que traerá al Parlamento en enero con la publicación de todos las rentas y bienes del Ejecutivo, así como sus cónyuges o parejas, a la que invitó a sumarse al resto de la Cámara.

Encima se sacó de la chistera la venta de la residencia oficial del Presidente de Extremadura, inmueble que nunca ha ocupado dado que vive en su casa de Badajoz, una iniciativa de amplio calado populista pero no exenta de significado que viene a trasladar, al menos esa es la intención, que no tiene apego a las prebendas del poder.

El presidente extremeño se mostró dolido y en algún momento especialmente duro. Con el PSOE de manera preferente, de quien dijo tener "una doble vara de medir" cuando argumenta que no quiere entrar en polémicas pero permite que un afiliado suyo, a quien denominó "el pequeño Nicolás extremeño porque está en todos lados y se hace fotos con todo el mundo", le presente una querella criminal. Monago se refirió así al abogado de Badajoz Felipe Martín, quien ha acudido a la Fiscalía después de reunirse con Vara y así lo reveló el propio Monago, aunque después el PSOE argumentara que era precisamente para lo contrario, para convencerle de que retirara la demanda.

Pero Monago no se dio por satisfecho e, igual que a Vara, le dio mandobles al líder de Izquierda Unida, Pedro Escobar, por mantener, según él, discursos diferentes en privado que en público, máxime cuando éste dijo que ni le condenaba ni le absolvía en plan Pilatos. Aún tuvo tiempo de dirigirse a los regionalistas, en especial a su portavoz, Damián Beneyto, y a su líder, Estanislao Martín, que no es diputado pero estaba en la tribuna de público y también ha anunciado que pretenden iniciar acciones penales contra el presidente.

Lo que está claro es que se pasa página al menos para él. Porque sus frases de que en este país "cada uno se acuesta y se levanta con quien le da la gana" o "ha llegado el momento de poner dignidad a la política" así lo indica. Al menos hasta la próxima.