"Diez mil médicos para atender a sesenta millones de personas". Este escalofriante dato representa la todavía más escalofriante realidad de Africa, un continente empeñado en superar las grandes desigualdades que, como esta, lo separan del denominado primer mundo .

Sin embargo, para superar grandes desigualdades muchas veces es aconsejable empezar por "pequeñas" iniciativas. Esta es la idea de los organizadores del segundo Seminario avanzado de salud materno-infantil , celebrado la semana pasada en Badajoz.

Gracias a la colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores, la Junta y Medicusmundi Extremadura, 24 profesionales sanitarios de Camerún, la República Democrática del Congo y Ruanda, han visitado la región para intercambiar experiencias con sus homólogos extremeños.

Cruzar el océano

Para los participantes en este seminario, visitar Extremadura no solo supone desplazarse miles de kilómetros desde sus países de origen, sino también cruzar un "oceáno". "Tan inmensas como el oceáno son las diferencias que separan nuestros hospitales de los extremeños", explica Mamadou Ai Tiajani, matrona camurenesa.

Según cuenta, el 75% de las mujeres africanas que mueren durante el embarazo o el parto, lo hacen por causas evitables, "sobre todo, porque acuden tarde a la consulta o porque quienes las atienden no están cualificados". Las pésimas condiciones en que trabajan --en el hospital de Mamadou hay diez médicos, 40 enfermeros y 150 camas para cubrir una provincia de más de un millón de personas-- hacen difícil mejorar esta situación.

"Por una mujer que va a parir al hospital, cuatro se quedan en los poblados", confirma Bernadette Nono Talom, enfermera en un hospital rural del sur de Camerún. Pionera en esta actividad --ya participó en el seminario del año pasado--, Bernadette ha sido una de las encargadas de compartir su experiencia laboral con los profesionales africanos y extremeños.

Justo esa es la clave de este seminario, el intercambio. A través de este encuentro, los médicos y enfermeros camureneses, congoleños y ruandeses aprenden las técnicas utilizadas en Extremadura para trasladarlas, en la medida de lo posible, a su quehacer diario.

Utiles conocimientos que guardarán junto con muchos recuerdos y anécdotas de una región en la que destacan, sobre todo, su gente. "Aquí todos son muy cariñosos y acogedores. Los extremeños han cambiado la imagen que teníamos de los europeos", dicen. Parece que esta región también puede contribuir a mejorar la media.