"Madre, ya ha llegado la familia de Feliciano", anuncia Araceli Alvarez, hija del subteniente Joaquín Enrique Alvarez Vega, que perdió la vida en el accidente aéreo del Yak-42 junto a otros 61 soldados españoles.

Por segunda vez desde que se conocieran los 30 fallos cometidos por los médicos españoles en las identificaciones de las víctimas, Rosa --viuda del militar-- y sus dos hijas, Araceli y Loreto se han desplazado desde Aragón hasta Moraleja para velar a su esposo y padre. Pero esta vez, el motivo es especialmente duro. Es domingo y mañana --por ayer-- se celebrará la ansiada y al mismo tiempo temida hora de exhumar el cuerpo que la familia de Feliciano Vegas enterró por error en el cementerio de la localidad cacereña.

A las nueve y cuarto de ayer ambas familias volvieron a encontrarse. Todos juntos fueron al cementerio una hora después para disfrutar de un rato de intimidad antes de que llegue la comisión judicial. Silencio en el camposanto. Una a una, Rosa y sus hijas se acercan a la lápida blanca donde, junto a la foto de Feliciano Vegas, descansa otra de álvarez colocada por su familia adoptiva. Y dan un beso a la imagen de su padre, para que acto seguido Yolanda haga lo propio con la de su hermano.

La emoción es incontenible y las lágrimas hacen acto de presencia. "La verdad es que después de tanto tiempo me da pena que os lo llevéis. Ha habido días en que veníamos hasta tres veces y en verano cambiábamos las flores tres veces por semana para que no se secaran. Y el pequeño Alejandro incluso ha jugado al fútbol en estas calles del cementerio. Todos queremos al nuestro y por eso hemos luchado, pero da pena porque le hemos velado muchas horas".

Rosa vuelve a acercarse a la lápida. "Quique, ya te queda poco para volver a casa". Carlos recuerda que han derramado muchas lágrimas frente al nicho, pero que también han reído recordando algunas anécdotas de su hijo.

Fuera del cementerio varios agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Moraleja custodian la zona para que nadie entre en el camposanto. Sólo, las personas autorizadas. El silencio se apodera de la zona cuando el coche de la funeraria hace acto de presencia. El forense se acerca a Rosa. "¿No puedo verlo?", le espeta Rosa conmocionada por la llegada de la comitiva. "Lo siento, pero es una prueba judicial". "¿Y tocarlo?". "Tampoco".

Un psicólogo se acerca a ellas, que se sitúan frente a la lápida y a escasos metros del nuevo féretro que trasladará el cuerpo al cementerio de La Almudena, donde se realizarán nuevos test de ADN. Hasta antes de final de año los restos de Vegas y Alvarez no podrán descansar en sus localidades.