TEtn alguna ocasión he hecho la diferenciación entre comer y alimentarse, dos conceptos que aparentemente puede definir un mismo acto, sin embargo son bien distintos. Alimentarse es una acción fisiológica que todo ser vivo la necesita para la vida, por el contrario "comer" no solo tiene el significado de ingerir alimentos, además confiere un modo de comportamiento de todo ser racionar.

Comer implica unos alimentos elaborados con gusto, un entorno que haga placentera la comida y unos comensales con los que compartir unas sensaciones que nos lleve a la fruición gastronómica. Significo todo esto porque en muchos restaurantes, bares o mesones no existe una correspondencia entre el entorno como local y la cocina que nos ofrece, puesto que son meros locales impersonales y, a veces, ramplones, que no nos dicen nada.

Fue a finales del XIX cuando al joven de Walter Scott de Providence se le ocurrió comprar un vagón en desuso y construir un local para ofrecer comida tradicional americana, al que puso el nombre de Diner. Pero fueron en los años 30 del siglo XX cuando se extendieron por toda América dichos establecimiento, los llamados "diner", con una estética típica americana. Ya no eran vagones en desuso, sino establecimientos donde la ambientación y la comida construían un verdadero maridaje.

Pero mi agradable sorpresa la he tenido en los últimos días, donde un establecimiento gastronómico me ha retrotraído a ese ambiente de los American Diner, con toda su ambientación y decoración, a la par que este spanish diner, al que me refiero, está situado en un lugar muy apropiado. Se puede decir que tanto el entorno como su ambientación parece que nos invita a una música rockabilly y a una estética de Edward Hopper .

Este spanish diner llamado "Dory's" está situado en la Galería Comercial de una gran superficie (Carrefour). En él encontramos una decoración alegre colorista y en él descubrimos una gastronomía familiar y tradicional apetecible para todas las edades. Cuando nos sentamos en sus mesas da la impresión de que la rubia Doris Day va a servirnos con su sonrisa y su faldita ondulada. En este mundo de globalización hay que saber que en esta casa global también existen cosas, hechos e ideas que merecen la pena rescatar.

La gastronomía es también originalidad junto con tradición y eso a veces es complicado, pero en este caso se ha encontrado. Dice un eslogan que el precio no define la calidad. Se puede pasar un tiempo agradable degustando un simple café o una ración sin necesidad de que el bolsillo refunfuñe. El trato, el ambiente, en resumen, el simple estar en un lugar agradable, tiene un precio, que no se mide con euros, sino con la fiabilidad de un buen hacer.