Extremadura está sufriendo este verano la peor ola de incedios de la última década y sólo es comparable en los últimos tiempos a la que se registró en 1991, cuando ardieron nada menos que 46.700 hectáreas.

Y es que, según las primeras estimaciones realizadas por la Consejería de Desarrollo Rural de la Junta de Extremadura, los últimos incendios han asolado en torno a 30.000 hectáreas, lo que supone tres veces más que en todo el año pasado o una superficie similar --incluso algo superior-- a la que se quemó en la región entre 1999 y el 2002, es decir, en los cuatro años anteriores.

Pese a que estas cifras comparativas dan una idea aproximada de la magnitud de los fuegos de las últimas semanas, el consejero de Desarrollo Rural, Francisco Javier López Iniesta, ha dejado claro que este verano no se puede comparar con los anteriores porque "las condiciones meteorológicas no son las mismas, ya que hemos sufrido una ola de calor que ha provocado incluso una alerta".

COMBINACION ´LETAL´

En su opinión, este calor se ha reflejado en tres circunstancias que no eran realmente percibidas por la población, como es el caso de una combinación "de fuertes vientos, altísimas temperaturas continuadas y una tremenda sequedad en el ambiente. Eso no se percibe, y no son grandes aliados de la extinción contra incendios", afirma el consejero.

En principio, indica López Iniesta, "este año no tenía porqué ser especial, porque teníamos los mismos medios o más gracias al Estado", aunque luego las circunstancias han agravado la situación. Como ejemplo, asegura que el incendio de Las Hurdes tardó sólo treinta horas desde la primera pedanía en la frontera con Salamanca hasta Caminomorisco, "y esto da una idea de la velocidad tan impresionante a la que ha ido el fuego".

Según los resultados definitivos, a causa de los incendios el Gobierno regional ha evacuado a unas 9.000 personas de numerosos municipios, y todos regresaron hace días a sus hogares a excepción de los ancianos de la residencia de Azabal, que no podrán hacerlo "hasta que estén garantizados la luz y el teléfono". Precisamente, sobre la polémica generada en torno a este asunto entre la consejera de Bienestar Social, Leonor Flores, y el alcalde en funciones de Cáceres, Joaquín Rumbo, Iniesta arremete contra este último y cree que es "deleznable" y "tremendamente triste" que "se aprovechen estas circunstancias para hacer méritos".