M. K. nació en Minnesota y estudia en Iowa, un estado anexo a su hogar. Pasó del bastión de los demócratas a uno que luce victoria republicana. Aunque vive en la frontera entre rojo y azul es tajante con respecto a su veredicto del nuevo presidente. «No me gusta», resume la joven que pasa unos meses en Cáceres para perfeccionar español. «Va contra todo en lo que creo, los derechos de los gays, el medioambiente, los derechos sociales, no merece ser presidente», añade M. K. mientras mantiene la esperanza de que el «muro de Méjico no llegue a su término». Confiesa apoyar a Hillary aunque detesta a Bill, su marido y sobre Bernie Sanders, la otra alternativa que declinaron los demócratas para la candidatura expone que «su imagen no transmitía la personalidad» que necesita un alto mandatario. «Es un abuelo», asegura.