Carreteras muy estrechas y en las que resulta complicado que dos vehículos se crucen, muchas de ellas sin señales viales pintadas, deterioradas y con un mal estado de conservación, situadas en zonas rurales y con cada vez menos usuarios. Son las características generales que presentan uno de cada ocho kilómetros de carretera en Extremadura, las vías que tienen menos de cinco metros de ancho, unas infraestructuras que las administraciones están tratando de mejorar pero que aún tienen una importante presencia en la comunidad autónoma.

Según el Ministerio de Fomento, la región dispone de 9.113 kilómetros de asfalto, sin contar los tramos urbanos ni los caminos generales de las Confederaciones Hidrográficas del Tajo y el Guadiana. De ellos, 1.287 son calzadas con una anchura inferior a cinco metros --el 15% del total--. Aunque el porcentaje puede parecer elevado, Extremadura no aparece entre las comunidades autónomas con mayor proporción de este tipo de carreteras. En territorios como Aragón o Galicia, uno de cada tres kilómetros de asfalto se encuentra en estas condiciones de precariedad; mientras que en otras de un marcado carácter rural --Asturias o Castilla y León-- suponen el 25% de sus infraestructuras viarias. Pero incluso en Cataluña o el País Vasco, uno de cada cinco kilómetros tiene estas características.

La mayoría de estos trazados angostos son de titularidad de las diputaciones provinciales. Estos organismos vienen licitando obras de mejora y ensanche de este tipo de vías año tras año, aunque este trabajo apenas sí ha tenido reflejado en las estadísticas del ministerio. De hecho, desde el 2004 apenas han reducido en 200 kilómetros los tramos de menos de cinco metros de anchura. E incluso, de acuerdo con la información de Fomento, la Diputación de Cáceres mantiene, respecto a hace cuatro años, un número similar de kilómetros de estas características --por encima de los 700--.

Según explican estos organismos, las dificultades para ensanchar estas carreteras son diversas. En primer lugar esta su alto coste económico, ya que al presupuesto de realización de las obras hay que sumar las expropiaciones de terrenos adyacentes a la vía. A esto se une el valor medioambiental de muchos de los parajes que habitualmente atraviesan, lo que provoca una colisión con la normativa en este ámbito. Y finalmente, las dificultades orográficas, ya que son trazados localizados en zonas de montaña, con fuertes pendientes y poco margen de ampliación por la proximidad de barrancos.

PLANES PROVINCIALES Pese a estas trabas, entre ambas diputaciones tienen previsto eliminar casi una cuarta parte de este tipo de carreteras en poco más de cinco años. "Vamos a suprimir de esa clasificación, y mejorar, para que tengan más de seis metros de anchura, unos 150 kilómetros gracias al plan de carreteras que estamos elaborando", explica Miguel Angel Morales, diputado delegado del Area de Fomento e Infraestructuras en Cáceres. Según sus cálculos, a partir del 2015 o el 2016 apenas quedarán en la provincia 430 kilómetros con un ancho inferior a cinco metros --en lugar de los 714 que les atribuye el ministerio, ellos aseguran que hay 591--. "Además, de los que queden, hay 50 kilómetros que carecen de interés dado su bajo grado de uso", apunta Morales.

Algo similar ocurrirá en la provincia de Badajoz. El Plan Integral de Carreteras 2009-2013, que cuenta con una financiación de más de siete millones de euros, tiene entre sus objetivos prioritarios reducir estos tramos. Según cálculos de la dirección del Area de Fomento y Contratación de Obras de la diputación pacense, la red viaria de Badajoz contará al final de este periodo con menos de 400 kilómetros con un ancho inferior a cinco metros --actualmente tiene unos 460, según el último anuario del ministerio y según confirman desde el departamento de infraestructuras de la diputación--.