Y si hubiéramos dejado gobernar a Arenas en Andalucía?", se preguntan una y otra vez estos días los dirigentes andaluces de IU. También alguno otro en Madrid. De momento, el adelanto electoral de Susana Díaz --que también tiene que ver con su embarazo, no lo olvidemos-- con poco más de un año y medio de gobierno vuelve a confirmar que el PSOE usa IU cada vez que quiere como a una colilla de tabaco o como a una fregona cualquiera. La usa cuando la necesita, cuando está en apuros y, cuando ve la más mínima posibilidad de volar en solitario, desprecia a la formación izquierdista. Diego Valderas, el gran derrotado del triste episodio andaluz, prefirió ser cómplice activo de mantener un régimen que puede durar ya más que el de Franco, con un nivel de corrupción instalado hasta el tuétano en sus instituciones. Ahora, ni es vicepresidente y encima no le ha quedado más remedio que dimitir un minuto antes de que le volaran la cabeza, en una actitud nada valiente, antes del fracaso electoral que se avecina. Que el marrón se lo coma otro.

Mientras, muchos comienzan a preguntarse, incluso ya no en en voz baja que si el modelo extremeño, tan vilipendiado, hubiera sido a medio plazo mucho más conveniente: el dejar votar a la lista más votada, o al menos preguntárselo a las bases. El caso es que la aspirante a próxima presidenta del Gobierno de España no ha tenido piedad de IU, a quien condena al ostracismo y puede hasta que deje de ser decisivo en una tierra que siempre le ha favorecido históricamente.

No solo hicieron oídos sordos a sus militantes sino al propio Julio Anguita. En la otra cara de la moneda se encuentra Pedro Escobar, que tras casi cuatro años sintiéndose 'arrinconado' cada vez que 'subía' a los Comités Federales en Madrid, ahora lo miran con ojos muy diferentes. Es sin duda el vencedor moral de una decisión partidista de Susana Díaz que vuelve a inyectar mayor inestabilidad a la región con más paro y corrupción (con permiso de Cataluña) del país.

En cualquier caso, y antes de que empiece a fondo la batalla electoral en Extremadura --que se toma estos días una especie de tregua en los cuarteles de los partidos políticos (lo que se agradece, por cierto), y por encima de la actividad parlamentaria y esas leyes importantes rechazadas por la oposición en claro interés electoral--, la impresión es que el adelanto electoral en Andalucía puede tener su repercusión en Extremadura. No parece una cuestión baladí, no.

ADELANTO El propio Vara, lejos de abonar la estabilidad que necesita cualquier gobierno y más en momentos aún difíciles por los que atraviesa la economía, ha apoyado el adelanto solo parapetándose en el interés del PSOE. Leal con Pedro Sánchez (lo que es de elogiar), eso sí, a pesar de no haberle dado su apoyo en las primarias, argumenta que el adelanto electoral en Andalucía podría suponer, si es que la baronesa consigue el triunfo con rotundidad, el principio del regreso socialista en toda España (andaluzas, catalanas, autonómicas y locales y nacionales nos esperan en unos meses). Así que Vara consideró más importante con esa reflexión el interés partidista que el interés del conjunto de los ciudadanos, porque un adelanto electoral (que podría haberlo hecho además coincidir en mayo con las autonómicas del resto del país y ahorrarse costes millonarios) es, se mire por donde se mire, un fracaso. Y un fracaso del modelo que se pretendía imponer en Extremadura por los que perdieron las elecciones. En cualquier caso, Vara espera el triunfo de la lideresa (¿está admitido ya así escribirlo?) --con ese plus del embarazo que utilizó Zapatero nombrando a Chacón ministra de Defensa como único mérito (reconocido por los propios socialistas). Vara lo haría también suyo en Extremadura a pocas semanas de las votaciones en nuestra región.

Quizás el PP extremeño sea, en todo caso, el que menos se juegue. Si consigue la mayoría absoluta Susana Díaz hasta podría contrarrestar argumentando que los votantes prefieren elegir la seguridad, la estabilidad, y alejándose así de pactos en minoría para tener ejecutivos más fuertes para salir de una vez de la crisis. Y en esos casos votan poder, al presidente/a que está en esos momentos y les da confianza. Si en cambio cae ella derrotada y sube el PP --si es que su líder andaluz se consolida y consigue volver a ganar se confirmará que el sur se ha liberado completamente de las políticas que les han mantenido en el furgón de cola de forma perenne.

Para IU Extremadura, si los resultados de sus compañeros andaluces son malos, si pierden el apoyo (históricamente mucho más que aquí), y se convierten en una fuerza residual, tendrán el escenario perfecto para acudir a las autonómicas extremeñas y confirmar que el modelo extremeño, en cualquier caso, fue "el menos malo" o, mejor dicho, "el más democrático".

ALTERNATIVAS Son también unos comicios, los andaluces, importantes para comprobar el músculo actual de alternativas que deberían de ser mucho más sólidas que los inventos populistas que nos inundan últimamente; partidos como UPyD y Ciudadanos, tendrán una buena oportunidad para medir sus fuerzas y deberían de convertirse en una alternativa real. Por último, para 'Pueden', aún sin candidato ni programa ni nada que se le parezca (tampoco lo necesita porque venden su marca, consolidada en las TV a todas horas), será una prueba de fuego donde se calibrará --en un territorio más rural que urbano-- que no son un 'bluff' mediático que se aprovecha del dolor de la gente necesitada y, sobre todo, si los casos que aparecen día a día sobre la historia reciente de sus personajes, que presumen de lo contrario, ha calado en parte de la sociedad o esta se encuentra tan asqueada que se refugia en ellos buscando venganza sin mirar nada más.

En cualquier caso, el día de San Blas, el 22 de marzo, las formaciones políticas en la región se juegan algo más, al menos moralmente, que en unas elecciones cualesquiera.