Acusaciones íntimas, filtraciones interesadas y el hijo de ambos fotografiado con la camiseta del equipo de béisbol donde juega el presunto amante de la reina del pop. Una semana después de confirmar su separación, Madonna y Guy Ritchie intercambian dardos envenenados y se preparan para un divorcio despiadado y multimillonario.

La cantante ha contratado a Fiona Shackleton, la abogada favorita de los ricos y famosos que llevó los asuntos de Paul McCartney y el príncipe Carlos. En Londres es conocida como la magnolia de acero, por sus temibles tácticas a la hora de negociar rupturas conyugales. Ritchie no se ha quedado atrás y ha solicitado los servicios de lady Helen Ward, que ha tenido entre sus clientes a Paloma Picasso, el compositor Andrew Lloyd Webber y el escritor Ian McEwan.

Una y otra pertenecen a lo más excelso de la profesión, con sus tarifas que rondan los 1.300 euros por hora. Una suma que nadie pagaría de no tener ante sí la perspectiva de una batalla feroz. Madonna posee una fortuna estimada en unos 400 millones. Si no hay un acuerdo prenupcial Ritchie podría reclamar una parte sustancial de ese dinero. La estimación varía según qué diario británico hace las cuentas. The Times habla de 150 millones; The Independent, de 100; y el Financial Times, de 50. Otra disputa será la custodia de los hijos, Rocco, de 8 años y David Banda, de 2, adoptado en Malawi. Lourdes María, de 12, fue fruto de una relación anterior de la cantante.

Como ya ocurrió en el caso de McCartney y Heather Mills, la guerra mediática entre ambos bandos ha comenzado. La artista ha sugerido que su ex es "un tarado emocional" y cruel, alguien que prefería irse al pub con los amigos que quedarse con la familia. El se ha lamentado de la obsesión de ella por controlarlo todo, las sesiones místicas dedicadas a la Cábala y las cuatro horas diarias en el gimnasio.