Seguro que se relamía de gusto con el recuerdo de los 32 platos que la noche del 12 de junio se zampó en El Bulli sin pagar cuando apenas seis días después sacó dinero en un cajero de Ginebra. Las cámaras de seguridad del banco grabaron ese día a Pascal Henry con buen aspecto, relajado y sonriente.

El mismo semblante de buen rollo que se aprecia en las instantáneas que Interpol de Berna envió a Interpol de Madrid para dar fe de que el suizo presuntamente desaparecido y al que se buscaba estaba vivito y, como mínimo, sacando dinero de sus cuentas. Este diario ha tenido acceso a las fotografías de este extraño personaje que se convirtió en el protagonista del culebrón del verano y que, casi tres meses después de esfumarse de Cala Montjoi (Girona), sigue sin pasar por su casa. En Ginebra nadie sabe nada de él. El 12 de junio, Henry abordaba la etapa número 40 de su nada digestiva ruta por los 68 restaurantes del mundo con tres estrellas Michelin cuando se lo tragó la noche de Cala Montjoi. Comió como un rey, solo y con agua, y charlaba con una periodista cuando se levantó de la mesa con la excusa de ir a buscar una tarjeta de visita. A Ferran Adrià le dejó como herencia un sombrero, un cuaderno y la cuenta sin pagar. No volvió y, como es normal, algunos se preocuparon. Llevaba recorridos 8.892 kilómetros de ocho países, algunos triestrellados que cocinaron para él le invitaron, pero no tuvo inconveniente en pagar la mayoría de las facturas en efectivo. ¿Un simple simpa? Costaba de creer.

EN SU DERECHO Juli Soler, copropietario de El Bulli, acudió a la mañana siguiente a la comisaría de los Mossos en Roses (Girona) y les contó la extraña desaparición. Los agentes le buscaron, hicieron gestiones en hoteles, cotejaron incluso su foto con la de un par de cadáveres y ya el 18 de julio recibieron un oficio de Interpol comunicando que Jean Briffod, tío del gastrónomo, había denunciado su desaparición. El 2 de agosto la historia de Henry saltó a los medios de comunicación. Durante una semana, la fotografía del gastrónomo junto al chef Paul Bocuse dio la vuelta al mundo. ¿Qué hizo Henry en agosto? ¿Supo que todo Dios lo buscaba? No se sabe. Como recordó la policía de Berna en el correo electrónico que acompañaba las fotografías del desaparecido, "monssier Henry es mayor de edad" y está en su "pleno derecho de desaparecer".

Las fotografías pertenecen a las cintas de las cámaras de seguridad de dos entidades bancarias de Ginebra. Henry aparece en la mayoría con una camisa negra que parece la misma con la que saboreó la copa de champán Gosset Grande Réserve con la que dio la bienvenida al desfile de placer en El Bulli. En otras instantáneas está con una camisa de color burdeos, arremangado. Las imágenes son de los días 18, 19, 23 y 29 de junio; y del 3, 7 y 9 de julio. Dos días antes de que los Mossos hicieran una batida para buscarlo, Interpol Berna envió un email a Interpol Madrid comunicando que Henry estaba vivo. En una siguiente comunicación, también por email, la policía de Ginebra envió las fotos y el texto asegurando que el gurmet había desaparecido voluntariamente y que, por tanto, se cerraba el caso.

Lo curioso es que en todos estos días que han transcurrido, Henry sigue sin dar señales de vida. Y está en su derecho. Jean Briffod, el tío que presentó la denuncia aunque siempre pensó que "el loco" de su sobrino se había esfumado como ya hizo en su juventud cuando se largó sin avisar a los Estados Unidos, no ha vuelto a saber nada de él.

Henri della Casa, el periodista de La Tribune de Genève , que investigó su vida, aseguró el viernes que sigue sin saber nada. "Pero ni siquiera su exmujer ni sus amigos saben de él", contó, reconociendo que el personaje le apasiona y que pretende recuperar su pista hasta encontrarlo.